Ramón Arias y Pascual Pérez se fajaron hace 59 años

Por Simón Piña

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El ídolo zuliano, primer venezolano en disputar un título mundial

Caracas.- Dicen que el precursor siempre es histórico porque nadie le podrá quitar el honor de haber sido el primero. Pueden venir mejores, pero siempre vendrán después y nunca serán pioneros. Por algo el refrán reza que «el primer amor nunca se olvida».

Algo similar pasa con el combate del 19 de abril de 1958 en el Nuevo Circo de Caracas entre el ídolo zuliano Ramoncito Arias y el excelso campeón argentino Pascual Pérez. Fue la primera pelea de título mundial celebrada en Venezuela. En 59 años, el país ha visto pasar a 35 campeones, pero aquella refriega es inolvidable. Hace recordar al bolero cantado por el dominicano Alberto Beltrán «aquel 19 será el recuerdo que en mi vivirá…». Disputaban el cetro que estaba en poder de Pérez.

QUÉ TIEMPOS AQUELLOS

El contexto era el de la transición hacia la democracia. Gobernaba una Junta Militar encabezada por el almirante Wolfgang Larrazábal. El régimen dictatorial de Marcos Pérez Jiménez había durado nueve años y había caído dos meses atrás. La televisión aún era muy primitiva y el hecho de que Larrazábal diera puerta franca en el Nuevo Circo y ordenara la transmisión en vivo de la pelea por TV, convirtieron el hecho en un gran acontecimiento.

Venezuela había tenido varios ídolos en el boxeo, pero ninguno había podido siquiera disputar un título mundial. La posibilidad de fajarse por un cetro universal con 10 o menos combates en el profesional, como sucede hoy, no existía. Simón Chávez, Enrique Chaffardet, Oscar Calles, José Alberto Díaz eran algunos de los campeones venezolanos que exhibieron cualidades, antes de que lo hiciera Arias, como para disputar un título mundial.

LA LLEGADA DE RAFITO

Rafael Cedeño Méndez fue un maracucho emprendedor que en sus años mozos jugó beisbol. Decía con orgullo que había jugado segunda base en un equipo en el que Luis Aparicio era el campocorto. Comenzó en el boxeo por Ramón Arias. Su intención fue conducir su carrera hasta hacerlo campeón mundial. El pequeño Ramón había logrado algunos triunfos sonoros en el boxeo aficionado y prometía una interesante campaña en el profesional, si contaba con el apoyo suficiente.

Rafito lo fue llevando progresivamente, aumentando la dificultad y clasificación de los rivales hasta alcanzar el primer peldaño, el nicho que ocupaba el campeón mundial. Desde su debut, en marzo del 56 cuando derrotó a Nicolás Ascanio, Ramoncito enfrentó prontamente a los mejores del mundo. Su acérrimo rival, Ramón Calatayud, le hizo la vida difícil las cuatro o cinco veces que se enfrentaron. Después fue probado sucesivamente por Germán Pardo, el filipino Dommy Ursúa, Arístides Pozzali y el clasificado mexicano, Memo Diez. De esas batallas salió triunfante y quedó clasificado para asumir el gran reto.

Había enfrentado a los mejores retadores y apenas tenía nueve peleas en el profesional. De su último rival, el mexicano Memo Diez, la leyenda de la época, se decía que el mismísimo campeón Pascual Pérez le rehuía; tal era la peligrosidad del azteca.

Cuentan las crónicas de la época que Rafito se asoció con el promotor Oscar Ibarra para la organización de la gran pelea.

LLEGÓ EL GRAN DÍA

A pesar de la idolatría local por Ramoncito Arias, el fenomenal peleador argentino era el gran favorito. El Nuevo Circo estaba de bote en bote. Los himnos nacionales agregaron solemnidad a la emoción desbordante que flotaba en el recinto caraqueño La campana inicial ahogó las voces y dejó al tradicional recinto taurino sumido en un expectante silencio.

La velocidad del zuliano, su punzante jab y sus desplazamientos relampagueantes desconcertaron al argentino, un hombre pequeño pero con unos largos y fuertes brazos. El buen boxeo de Arias le produjo dividendos en la primera parte de la pelea. Incluso en el segundo round envió a la lona al campeón. Pasada la mitad de la pelea, Arias parecía con posibilidades de alcanzar el sueño. Aplicaba fuertes y rápidos jab, desconcertantes combinaciones, rebotes precisos en las cuerdas y desplazamientos adecuados para evitar las embestidas de Pascual.

Con la pelea pareja, aunque con cierta ventaja para el venezolano, llegó la última parte del combate. Arias tenía sangre en el rostro y además evidenciaba cansancio. Los papeles se empezaron a voltear y la experiencia del campeón comenzaba a imponerse. El silencio se apoderó del Nuevo Circo. Arias, cansado, se recostaba en las cuerdas y escondía la mandíbula entre los hombros para evitar los puños del campeón.

De todos modos, el venezolano guapeaba y exhibía un coraje digno de asombro. Pero Pérez sacó la casta que lo ha llevado a ser considerado el mejor peso mosca de todos los tiempos. Tras la campanada final, la decisión fue para el campeón Pascual Pérez. La afición venezolana se quedó con el sinsabor de que Arias pudo haber alcanzado el título.

TODAVIA NOS LAMENTAMOS

La decisión de los jueces que otorgó el triunfo al argentino Pascual Pérez sobre el maracucho Ramón Arias aupó la polémica. El juez venezolano Luis J. Rodríguez, quien formó parte del jurado de la pelea, declararía en repetidas oportunidades que «tenía en ventaja a Ramón Arias hasta el round 10, pero después Pascual Pérez impuso su experiencia». Admitía que votó «por su conciencia, por el argentino».

Se popularizó la creencia de que los jueces venezolanos eran los más honestos del mundo del boxeo puesto que en esta pelea con mayoría venezolana podían haber emitido un fallo localista y coronar a Ramón Arias.

El ex presidente de la Federación Venezolana de Boxeo, Hely Saúl Chirinos, dice que vio ganar a Ramón Arias y todavía lamenta que la decisión no lo haya favorecido para que, de esta forma el zuliano hubiese sido el primer campeón mundial de boxeo en la historia de Venezuela.

HUBO OTRO INTENTO FALLIDO

El 19 de agosto de 1961, Ramón Arias haría otro intento por conquistar una corona mundial. Esta vez en los pesos gallo, categoría en la que reinaba un asesino del ring llamado Eder Jofre, «el gallo de oro» de Brasil. La iniciativa de Rafito Cedeño fue muy criticada pero aun así despertaba algunas ilusiones.

Una de las principales razones era que Arias era un mosca pequeño y en el peso gallo lo era mucho más. Por el contrario, Jofre era un gallo muy fuerte, casi un pluma rebajado, pegaba y estaba en su apogeo.

La pelea fue en el estadio Universitario de Caracas – única cartelera boxística que se ha celebrado allí- y lo que duró fue un calvario para el venezolano. Jofre era un fuera de serie y el zuliano no tenía físico para aguantar aquel huracán. El resultado final fue un nocaut en el séptimo round que dejó claro que aquella idea fue descabellada.

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