Por Jesús Cova
Prensa/AMB/Jabeando/03-06-2018.- La trayectoria profesional de Muhammad Ali (“El amado de Dios” traduce su nombre musulmán), tal apuntamos, estuvo repleta de hechos anecdóticos, de imposible completa recopilación en estas líneas, buena parte de ellos de tono jocoso, que tenían que ver con su inveterada costumbre de pronosticar el round en que acabaría con el enemigo de turno y con el endoso de apodos burlones al contrincante, salidas de humor negro que sus admiradores repetían sin dejar de reír a carcajadas.
Así, a Sonny Liston, por ejemplo, lo llamó “El Oso Feo” y es un hecho absolutamente cierto que poco antes de enfrentarlo por primera vez colocó en el jardín de su casa una trampa para plantígrados.
Joe Frazier, con seguridad su más encarnizado y duro rival, fue tildado por Ali de “feo”, “desabrido” y “estúpido”, entre otras minucias.
De Floyd Paterson decía que era un “Tío Tom”, porque el excampeón del mundo, quien a los 21 años y meses pasó a ser el más joven rey que había tenido la división (después Mike Tyson desplazó a FP, con 20 años y 5 meses), criticaba su posición religiosa y sus denuestos contra el establishment (establecimiento o sistema político dominante) estadounidense.
En el anecdotario que conocemos acerca de él nos ha parecido siempre la más creativa-e igualmente la de mayor crueldad oral-la muy divulgada de su primera defensa de la corona AMB contra Ernie Terrell, el lunes 6 de febrero del ´67 en el Astrodome de Houston, Texas.
El combate tuvo una duración de quince asaltos y terminó con una amplia y rotunda victoria, por un doble 148-137 y un 148-133 en las tarjetas, para el “Bocazas”.
Acaso la pelea no habría tenido ninguna o casi ninguna trascendencia para la historia a no ser por el hecho de que desde el inicio de las acciones y hasta el cierre de ellas, Ali mortificó y se burló de Terrell, a cada golpe que conectaba, machacándole la pregunta “¿cuál es mi nombre, cómo me llamo?” Aguijón repetido en cada uno de los 3 minutos de cada asalto, durante los 45 minutos de acción. Toda la sátira debida a que Terrell se negó a dejar de llamarle Cassius Clay, su nombre de nacimiento, en los días que antecedieron al encuentro, y nombre del cual Ali, bautista desde niño, había abjurado al asumir su nueva religión. La actitud hiriente y de mofa de Ali para con su contendor le valió en su momento una tormenta de abucheos del público y una dura crítica en la generalidad de los medios impresos y audiovisuales.