Por James Blears
Prensa/CMB/Jabeando/16-01-2020.- La familia del Consejo Mundial de Boxeo se reunió esta mañana en la bella basílica de Guadalupe para conmemorar y honrar el sexto aniversario del fallecimiento de José Sulaimán Chagnón, quien siempre será venerado como un pionero del boxeo, eternamente luchando por el bienestar del boxeador.
Cada año la ceremonia está repleta. Cualquier persona que llegue un poco tarde, debe permanecer de pie ya que los bancos se llenan muy rápido.
Don José solía llamar al CMB una familia global. La evidencia palpable está frente a nosotros en esta reunión, con campeones, peleadores, ex combatientes, entrenadores, promotores, medios de comunicación, amigos y, por supuesto, familia.
Al acercarse a la catedral, se le perdonará por pensar que el tiempo se ha detenido, porque su gran reloj indica las siete y veinte, cuando en realidad está más cerca de las diez y media. Sin embargo, el tiempo no se ha detenido para ningún hombre … o mujer, en el lapso de estos seis años.
En aquel entonces y en medio de un dolor nuevo y crudo, la nieta de José, Mónica, entregó un homenaje conmovedor a su amado Abuelito. Hoy se ha convertido en una joven atractiva y equilibrada, que dio un homenaje orgulloso y sonriente al gran hombre, recodando su gran pasión por la vida la cual lo hacia disfruta cada momento, siempre amando y honrando a la familia y la integración. Mónica continuó diciendo que Don José era un ser noble que siempre llevó esperanzas a las vidas. Cómo disfrutó de la compañía de amigos y colegas. Le encantaba hablar, escuchar y reír.
Cuando el servicio comenzó, una campana comenzó a sonar al estilo Big Ben, diciéndonos que eran las once en punto. Siguió una bella música coral. Al final del servicio, la Oda a la Alegría de Beethoven, un toque de clase vivaz que Don José realmente habría disfrutado.
El obispo George Abiyunes recordó a Don José como un hombre lleno de alegría. Este no es el final, sino un pasaje a la vida eterna. Una transformación iluminada. También instó a la congregación a ofrecer oraciones por Don José y otros fallecidos.
Tal vez no haya nadie mejor que el mencionado en el Progreso del peregrino de John Bunyan… Luego dijo: «Voy a casa de mi padre y, aunque con gran dificultad, llego aquí. Sin embargo, no lo hago. arrepiéntome de todos los problemas en los que he estado para llegar a donde estoy. Le doy mi espada, que me sucederá en mi peregrinación, y mi coraje y habilidad para conseguirlo. Mis marcas y cicatrices que llevo yo, para ser testigo de mí que he peleado sus batallas, que ahora será mi re compensador. Así que pasó y las trompetas sonaron para él en el otro lado».
Una imagen duradera de Mauricio y Héctor de la mano con Doña Martha frente al altar simbolizó el sentido de familia y unidad que Don José nos enseñó y que tanto apreciaba.