Por Marcelino Castillo
Foto: Majo Gómez
Prensa/AMB/Jabeando/15-04-2020.- Desde el denominado ‘renacimiento’ de los pesos pesados, tras aquella victoria de Tyson Fury sobre el hasta ese entonces, indiscutido campeón Wladimir Klitschko en 2015, no había sucedido en la máxima división del pugilismo una sorpresa de esa magnitud, como la observada el primero de junio de 2019, cuando el mexicano Andy Ruíz Jr. noqueó al rey unificado, Anthony “AJ” Joshua.
Esa noche transformó, como una revelación del destino, la vida de Andrés Ponce Ruíz Jr, ‘El Destroyer’ de ascendencia mexicana, convirtiéndose así en el primero de su origen en conseguir títulos de la máxima división del pugilismo.
Su 1,88 metros de altura y 283 libras en su peso promedio parecen perder letalidad cuando sonríe, el rasgo característico en la imagen de un hombre que vio cumplido su sueño al hacer suyos los campeonatos, meta que se trazó primero al ser boxeador amateur, pero que vio truncada en los Juegos Olímpicos de Beijing en 2008, cuando Robert Alonso y Óscar Rivas se impusieron en su sueño de alcanzar una presea olímpica.
Esa noche de junio le dio un giro total a la vida del ahora ex- campeón. Aunque según su familia Andy siempre había sido una persona ‘tranquila y feliz por poder vivir de su profesión favorita’, fue blanco de críticas desde su núcleo familiar cuando su padre lo señaló como el único autor de su derrota en la revancha directa contra Joshua.
“Nunca se concentró bien. Le decía que trabajara, que no podía llegar en ese peso porque no le iba a hacer nada a Joshua. Nunca se preparó, hubo exceso de celebración”, reconoció aquella conferencia Ruíz Sr.
En torno a Ruíz comenzó a reproducirse una atmósfera de adulaciones que acabaron por arrebatar los títulos al mexicano en su defensa obligatoria. Elogios desde todos los ángulos hicieron que perdiera el rumbo y, como consecuencia, también los cinturones.
“No me preparé como debía, gané mucho peso y cambié la mentalidad”, reconoció Andy Ruiz Jr., con la cabeza agachada, luego de conocer el resultado de las tarjetas.
Por su contextura física, Ruíz fue siempre criticado y esa lluvia de críticas hacia su demarcada obesidad formaron la fuerza en los puños que hoy por hoy lo presentan como una estrella. El origen de sus ancestros aztecas forjó su carácter así como también su crianza en Imperial, California, un condado donde hay pandillas a 16 kilómetros de la frontera con México.
Desde niño, encontró en el cuadrilátero una alternativa definitiva para combatir los malos pasos y las drogas que lo rodeaban. Debutó en el campo aficionado a los seis años y esa fue la primera gran prueba de fuego, ya que al no encontrar rivales de su edad, se vio obligado a medirse ante oponentes de mayor edad y experiencia.
Ese niño, de alguna forma, sobrevive dentro de él y sale a relucir en cada una de sus sonrisas y la cábala infalible de consumir una barra de chocolate Snickers antes de subir a luchar en el cuadrilátero.
Labró un récord aficionado de 105-5 bajo la tutela del entrenador Armando Ferrer. Pese a los triunfos, había en él una constante de cambios anímicos que salieron a relucir muchos años después, en 2016, cuando perdió su invicto en una cerrada decisión contra el neozelandés Joseph Parker. El verse derrotado lo llevó a un retiro que fue interrumpido en 2018, año en el que retornó para volver a la senda del triunfo.
Regresó entonces como los grandes y, tras cambiar su suerte, ahora también vive ‘a lo grande’. Se ha autoproclamado como un fanático de los automóviles y el dinero producido en sus peleas por campeonato lo ha invertido en marcas como Rolls Royce, Lamborghini y Mercedes-Benz, además de apoyar incondicionalmente a su familia.
En su vida íntima, Ruíz cambió el tradicional Burrito en Johnny’s Burritos por los restaurantes más costosos en cualquier parte del mundo. De esa forma también cambió la mentalidad de millones en todo el planeta. En su día Manny Robles, su ex-entrenador, aseguraba que “Nadie creía en él por esos kilos de más”, pero el K.O. que cambió su vida, también fue un nocaut a las críticas y burlas de la sociedad obesa en toda la humanidad.