Por Luis Martín
Prensa/LVBP/Jabeando/Deportivas/23-09-2020.- Con la experiencia y el recorrido que lo autoriza para hablar sobre su pasión, la pelota, Armando Bastardo, único pitcher venezolano que ha lanzado oficialmente un juego perfecto en los parques del país, expresa sus añoranzas y sus quereres por aquel beisbol romántico, aunque está consciente de la evolución de cada disciplina deportiva. Y nadie, ni siquiera él mismo, puede proyectar su posición actual si hubiese pasado al profesional.
Hoy, 23 de septiembre se cumplen 49 años de esa hazaña en el bien catalogado beisbol AA venezolano, y el derecho, protagonista principal aún rememora y se traslada a aquella noche de jueves para revivir el histórico episodio desde el montículo del estadio Chato Candela, que ese día de 1971 se estaba reinaugurando en el marco del Campeonato “Baltazar Requena”, en el que se disputó la Copa XXVIII Aniversario del club Urbanos. Al concluir aquella inédita jornada, de la que sobreviven unos pocos, la pizarra indicaba MOP 5- Urbanos 0.
PELOTA 100%
¿Podrían haberse imaginado sus padres, el churuguarero Martín Rivas y la cumanesa Ada Bastardo, que su segundo vástago, nacido de manos de doña María –una de las parteras más solicitadas de la cuna del Abel de América–, sería un talentoso pelotero que lograría semejante hazaña que hoy vuelve a la palestra porque quedó inscrita en la historia del deporte nacional?
Bastardo llegó al beisbol –en una tierra de boxeadores–, gracias a los pasos iniciales que dio su único hermano Juan (+) como destacado tercera base, de quien aprendió disciplina, tesón, constancia y amor por el uniforme de pelota.
“Recuerdo que me ponía sus spikes y sus gorras, que me quedaban grandotas. Lo imitaba y mira donde llegué. Además admiraba a los peloteros del equipo de Anzoátegui: Tairo Aguilera (Primera base), Douglas Márquez (Cátcher), los pitchers cumaneses Aurelio Arenas y Julio Zerpa, además de Francisco La Manca López (CF) –que junto a William Troconis y Tadeo Zurdo Flores, víctimas esa vez de los indescifrables lanzamientos de Bastardo, entre otros, fueron integrantes del equipo que ganó medalla de oro en los III Juegos Panamericanos Chicago 1959, hasta ahora la única medalla de oro criolla en ese torneo–”, confiesa.
El diestro, activo aún en la caimanera semanal del estadio Universitario de Caracas (instituida desde 1962 por Ernesto González, Jesús Chucho Morales y Pedro Montes, que se jugaba los miércoles en honor al desaparecido pelotero-ingeniero Elemiro Reyes; ahorita en receso por la pandemia), mantiene desde hace unos siete años, junto a otros amigos deportistas en situación de retiro, la Fundación Caimanera Bloque 41, en su nueva casa adoptiva del 23 de enero, donde todos los martes entra en play junto a sus compañeros veteranos, además de las actividades y clínicas de formación con niños de la zona F, de La Planicie y de la UCV, totalmente gratis.
EXPLORA SUS RECUERDOS
Con impresionante facilidad revisa las alforjas del recuerdo y relata que “el estadio estaba lleno ese día, aunque sentía un silencio cómplice, tanto en las gradas como en el dugout. Yo no sabía lo que estaba logrando. No fue sino hasta el primer out del octavo inning cuando mi segunda base, Luis Maldonado, se arrojó de cabeza entre la raya del rigth field y la primera base, y logró estupenda atrapada que provocó el grito del inicialista Emilio “Ratón” Vargas: ‘Le salvaste el juego perfecto. Vamos, que falta poco’. Ahí aumentó mi adrenalina. Comencé a entender lo que se avecinaba. Me fajé. Seguí dominador hasta que el umpire principal, Félix Meléndez (Padre del conocido periodista deportivo Rafael “Parapara” García –Últimas Noticias–, quien junto a Julio Barazarte –El Mundo– fueron los únicos periodistas que cubrieron aquella hazaña) diera por concluido el encuentro y decretara el juego perfecto”, cuenta visiblemente emocionado, el lanzador cumanés.
Ese juego fue muy relevante porque enfrentó a rivales de tradición y de garra. Él era el pitcher estelar del Ministerio de Obras Públicas (M.O.P. -Zona 10) y le correspondió dominar a la dura novena de Urbanos, donde resaltaban los peligrosos bates de Eleazar Brizuela, Freddy Deyón y William Troconis, entre otros.
Fue crucial la ayuda ofensiva de su jardinero izquierdo y tercer bate, Oscar Rivas, quien, al conectar de 4-3 con un par de vuelacercas, le daba ventaja importante.
Mucho tuvo que ver también la experiencia del sexto bate, el veterano receptor de El Guarataro, Antonio Pinto, “quien me ayudó a controlar los nervios y a dominar a los peligrosos rivales”, indica. Además, bateó de 3-2.
Fueron determinantes también los guantes del shorstop Silvio Flores y del tercera base Julio Vásquez, quienes agarraron 5 rolings cada uno y completaron 10 outs en primera base que cubría el Ratón Vargas, quien con los otros rodados completó 15 asistencias. A ello le sumamos 5 ponches y 2 outs que hizo solo el lanzador. (“Uno de esos outs fue un toque de bola en el mismo primer inning”, recuerda el derecho perfecto) Son 22 puestos fuera. Agregamos el out salvador en el octavo inning detrás de primera base y los otros cuatro fueron flys fáciles a los jardines, donde había un gran equipo defensivo: Uno atrapó el centerfielder Rafael Gamero, uno el rigthfielder Pedro Hernández y dos Oscar Rivas en la pradera izquierda.
“NADIE ME SACA EL JUEGO PERFECTO”
El momento crucial llegó con el out 27 que decretó el umpire de la inicial Gualberto Acosta: “Luego de un rolling peligroso, pegado por la raya de tercera, que requirió la buena defensa y disparó impecable a la inicial, por parte del antesalista guaireño Julio Vásquez, se completó el out. Así quedó fuera de acción el emergente Tadeo Zurdo Flores (Quien era un excelente pitcher y peligrosísimo bateador) Allí pudimos celebrar. Aunque yo aún estaba en otro plano. No entendía la trascendencia de aquel memorable episodio”, relata a la vez que recuerda que los otros árbitros del histórico juego fueron Fernando Díaz (2B) y Carlos González (3B). El anotador oficial fue Alberto Fuentes de aquel juego, que en apenas 2 horas y cinco minutos inmortalizó a Armando Bastardo.
A manera de anécdota, el nativo de oriente cuenta que en plena celebración se le acercó el popular Gualberto Acosta y le dijo con una sonrisa muy marcada: “tranquilo que si tu tercera base hubiese tirado mal y el hombre llegaba quieto, yo le iba a meter el out de todas maneras, porque a mí nadie me iba a sacar de este juego perfecto” (Risas)
Ojalá así hubiese pensado, aunque fuese en bromas, el innombrado Jim Joyce, quien en 2010 dañó la hazaña de otro cumanés, Armando Galarraga con los Tigres de Detroit. No obstante, atesorado en todos los rincones del anecdotario beisbolístico venezolano queda registrado que el criollo lanzó un atípico juego perfecto de 28 outs.
LAS CARRERAS
Los comentarios generales de esa jornada del 23 de septiembre de 1971 en el Chato Candela acreditaban el triunfo de los dirigidos de Pelayo Chacón a la magistral combinación de rectas, cambios y curvas de Bastardo con los que neutralizó toda orden del manager de Urbanos, El Zamurito Nicolás Berbesía (Buen lanzador del Magallanes)
Los del MOP madrugaron los envíos del zurdo de Urbanos, Rubén Illas, y en el mismo primer inning le hicieron una carrera. El abridor, a la postre perdedor del encuentro, se sostuvo por 4 innings y dos tercios en los que enfrentó a 19 bateadores de los cuales ponchó a tres, otorgó dos bases por bolas y permitió 6 hits con los que le fabricaron 4 carreras limpias (3 en esa entrada que no pudo completar). Fue relevado por el también siniestro Julián Torres, quien en labor de 3 y un tercio enfrentó a 11 toleteros de los cuales ponchó a dos, pero le sacaron una base por bolas, le conectaron 3 hits y le hicieron una carrera limpia en el octavo tramo.
LOS ARMANDO
Hoy el destacado derecho agradece infinitamente a su primer manager (desde preinfantil hasta juvenil en los equipos Catedral, 19 de abril y Colegio San Vicente Paúl) Armando Parra, y luego a sus guías, los hermanos Armando y Pelayo Chacón, quienes orientaron su carrera hasta el equipo AA del MOP.
Curiosidad: Armando, su manager de iniciación; Armando su manager de llegada al doble A; Armando quien casi logra la hazaña en Grandes Ligas y Armando él, el pionero del dominio monticular y único juego perfecto en la historia de nuestro prestigioso beisbol amateur.
Bastardo cuenta que de las lecturas y de las enseñanzas del beisbol, “aprendí que ser pitcher significa ser dominador de todo el juego. El eje. Un 80% depende de mí control, el otro 20% es del equipo. Por eso me hice pitcher y creo que logré el cometido. Me hice dominador”, dice con su alta dosis de humildad.
Relata además, que el espíritu de superación inyectado desde el hogar, y sus ganas de ir más allá, le presentaron en el camino la carrera de topografía para su desempeño profesional, para lo cual debía estudiar en Caracas.
A ello se unió la convocatoria que le hiciera su manager Armando para que formara parte del cuerpo de lanzadores del MOP, cuya sede estaba en la capital. Por ello emprendió el viaje.
“Mezclé estudios y beisbol. Vivía en una residencia estudiantil en el callejón Machado de El Paraíso, donde pagaba 500 bolívares mensuales por las tres comidas y el alojamiento. Estaba becado por el entonces presidente Rafael Caldera. Con apenas 19 años de edad ya tenía independencia y responsabilidades con el estudio, con el deporte y conmigo. Vi la teoría en la Academia Americana y la práctica se hacía con los ingenieros en la UCV. Todo ese roce me sirvió además para madurar otros aspectos de la vida”, asegura.
AÑORANZAS Y QUERENCIAS
De inmediato aflora otro recuerdo deportivo: “Ese beisbol era muy distinto al de hoy día. Creo que la mística estaba por encima de todo. Una vez, en unos juegos nacionales en Yaracuy, lancé 17 innings contra el Zulia. El juego iba cero a cero y se suspendió por lluvia. Quería ganarlo”, evoca como queriendo repetir la ocasión y agrega que “este beisbol moderno es más estratégico, sacan mucho a los pitchers, dicen que para cuidarlos más, para que se mantengan más sanos; eso está bien, no los critico, pero aquí estoy sano, gracias a Dios y a mis 72 años (28 de junio) sigo activo en caimaneras”, expone con dejos de un sano sarcasmo.
Aconseja, a las nuevas generaciones, estudiar y acompañarse siempre con actividades complementarias como el deporte o la cultura, con la disciplina y el sacrificio como bandera para lograr cualquier objetivo.
“Eso me sirvió para triunfar en mi carrera como deportista, como profesional y lo mejor, como papá, ya que todos mis hijos Armando, Luis, Jorge, Rosa y Sikiú, ya son profesionales y gente de bien. Ese es un gran logro”, asegura henchido de orgullo.
Ese año 1971 representó al país en los Centroamericanos de Puerto Rico aunque no completó la selección para los Bolivarianos de Cali debido a los compromisos que le suponía su debut como joven padre. Luego regresó a la selección donde lanzó siempre victorioso hasta su salida en 1974.
En el doble A jugó además del MOP (69 al 72), con el Banco Industrial de Venezuela BIV (72 al 76), bajo el mandato técnico de su ya conocido Armando Chacón. Allí fue además de pitcher estrella, el cuarto bate, y compartió con peloteros de la talla de Henry Casanova, Antonio Córdova, Bernardo Filardi y Carlos Urriola.
UN GRANDE CON HUMILDAD
Los reportes indican que además fue muy destacado con el bate, al punto de que en juvenil preferían que se transformara en un castigador ofensivo, pero su afán por el dominio absoluto del juego lo llevó a erigirse como ese gran lanzador que aún es y que no se fue al profesional, “porque nosotros recibíamos 2 mil bolívares mensuales mientras que los profesionales comenzaban con 750 bolívares, y debíamos garantizar el sustento, además que nos daban chance de estudiar y jugar pelota”, contó.
Aunque no dio el salto al rentado, sin dudas abrió senderos que fueron seguidos por el otro perfecto Félix Hernández (2012) y los no hitters Wilson Álvarez (1991), Aníbal Sánchez (2006), Carlos Zambrano (2008), Armando Galarraga, perfecto desde el punto de vista sentimental para los venezolanos (2010) y Johan Santana (2012), más los que faltan.
Ahora, beneficiario de la beca como gloria del deporte, agradece las atenciones y pide una revisión de los aspectos sociales, ya que considera que como él sigue demostrándolo, siempre se puede más.
La historia que ha escrito con sus lanzamientos este ciudadano ejemplar bien le puede valer su inclusión oficial, en portales como Wikipedia y otros de las redes sociales, entre los personajes destacados del deporte y la cultura de Cumaná, para acompañar en esa lista de honor a la Sirena Cumanesa, la folclorista María Rodríguez, los grandeligas Armando Galarraga, Ramón Hernández y Rafael Betancourt, el nadador Francisco Tiburón Sánchez, el ex DT vinotinto César Farías, el entrenador Ely Montes o los boxeadores Pedro y Antonio Gómez, Alfredo Marcano, Antonio Esparragoza y el medallista de oro olímpico Francisco Morochito Rodríguez.