A 52 años de la hazaña, “Morochito” sigue pegando primero (Audio)

Audio producido por Orlando Bohórquez en el Fondo Editorial Ipasme

Por José Cuevas

Prensa/Jabeando/25-10-2020.- Un esgrimista, de la espada: Rubén Limardo fue nuestra segunda medalla de oro olímpica, pero todavía se continúa recordando como la primera vez aquel 26 de octubre de 1968, de lo cual se cumplen este octubre 52 años, cuando otro “esgrimista”, pero del boxeo, conseguía la ansiada presea dorada, en la cita ecuménica de México: Francisco Brito Rodríguez, mejor conocido como “Morochito”.

Hasta ese entonces, Morochito –seudónimo por tener una hermana gemela llamada Alida-, era más conocido en su natal Cumaná por ser el sobrino de la cantante folclórica María Rodríguez. Lo cierto es que después que el narrador Carlitos González anunciará a través de la radio-primero que los jueces-que Rodríguez era el medallista olímpico de la división mini mosca (47,6 kilogramos), el nombre de Morochito entró al templo inmortal de los deportistas venezolanos.

ORO FRAGUADO A GOLPES

El hijo número dos -eran 14 hermanos- de doña Olga Margarita Rodríguez de Brito -su padre tiró la toalla (Los abandonó) cuando Francisquito tenía once años de edad.

Luego de vender las dulcerías cumanesas que hacía doña Olga, el Morochito frecuentaba los gimnasios de boxeo llevándole el maletín de práctica a sus paisanos, estrellas ya del pugilismo, como Pedro Gómez, Alfredo Marcano –corría el año 1963-.

Morochito tenía para entonces 18 años de edad, y aunque algo tarde para comenzar en esta dura profesión, el diminuto cumanés acabó con todos los peleadores- bajo la tutela del insigne entrenador Hely Montes- que se movían entre los 47 kilos y los 52 de peso corporal.

Llega a Caracas para integrar la selección nacional e inmediatamente se gana un puesto para competir en todo el ciclo olímpico de cara a la cita de México 1968.

CICLÓN CUMANÉS

En México arrasa con todos sus rivales, creciéndose en cada presentación pues hace su debut precisamente contra el favorito de la división, el cubano Rafael Carbonell a quien derrota por decisión. Caen también el ceilandés Khata Karunarathe y el estadounidense Harlam Marbley, quedando listo para la pelea final contra el fuerte coreano del Sur, Yun Ju Jee.

Resulta que se tomó los resultados con naturalidad-más bien con la inocencia de no darle la importancia o trascendencia de la hazaña que estaba logrando- en la medida que su favoritismo crecía entre los aficionados presentes en suelo azteca, también aumentaba su peso corporal.

Así que el día del pesaje, al momento de subirse a la balanza tenía unos gramos demás. Salió a trotar, y media hora después subió de nuevo a la báscula, pero todavía le sobraba unos gramitos. Entonces ante el peligro de perder la presea dorada por no hacer el peso exigido, Eleazar Castillo, parte del cuerpo técnico de la selección junto al principal Ángel Edecio Escobar, se acordó que su pupilo usaba prótesis dental…se la quitó…y listo: 47.5 kilogramos se fijó en la romana.

Después de los dos primeros asaltos bastante parejos, y donde incluso el asiático parecía haber sacado ventaja, se suelta el ciclón cumanés para el tercero y decisivo capítulo, batiendo por decisión dividida (3-2) a Jee.

Dicen los conocedores del deporte de fistiana que de haber incursionado en el boxeo profesional hubiese sido campeón también, pero fue llevado al sacrificio –por satisfacer caprichos de la Federación de Boxeo de entonces-a los Juegos de Munich, Alemania, 1972, donde perdió en su debut por nocaut, en el primer asalto, con el joven australiano Dennis Talbot.

APRENDER DEL CAMPEÓN

En una de tantas veladas de boxeo aficionado en que coincidí con Morochito, más en rol de aficionado que de periodista, le pregunté: Tú que eras el verdugo de los peleadores cubanos, entre ellos Douglas Rodríguez, Rafael Carbonell, ¿Cómo se les boxea para ganarles? “Pegándoles duro, primero a la zona media. Después combinaciones arriba y abajo, hasta que caigan como un gran árbol partido por un rayo”, sentenció el cumanés.

De hecho, Miguel Cabello, compañero de Morochito en varios viajes de selección, me comentó: “Ese pegaba golpe de karate a la zona media y allí mataba a sus rivales”.

En verdad si observamos algunas gráficas de sus peleas-contra el mexicano Arturo Delgado, contra Marbley, se observa que cuando coloca sus ganchos, hay un giro de sus manos que caen como planchazos sobre los costados de sus rivales.

Así que entrenadores del equipo venezolano: Vean como Rafael Oronó “mató” a Marcelino Perdomo con un cross de derecha, pero cuando su uper cut de izquierda lo había liquidado abajo.

O cuando Pedro Gamarro comenzó su trabajo de demolición en los planos bajos sobre la humanidad de Emilio Correa en los Olímpicos de Montreal del 76, antes que el árbitro parará la desigual pelea en el tercer tramo.

En esa misma competencia, Sugar Ray Leonard gancheó al cuerpo y la mandíbula del espigado cubano Andrés Aldama para noquearlo en la final por la medalla de oro.

Como para tomar nota: la clave para ganarle a los cubanos: duro al cuerpo. Más duro a la mandíbula y decisión para arrollarlos.

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