¿Quién es Román “Chocolatito” González?

Prensa/CMB/Jabeando/0403-2022.- Estamos a muy pocos días de ser testigos de una de las peleas más emocionantes del año, una que tal vez nos tomó por sorpresa pero que sin duda alguna se ha colocado como uno de los combates más atractivos, por supuesto nos referimos a la pelea entre el ex monarca Román González y el actual campeón mundial mosca CMB, Julio Cesar Martínez el próximo 5 de marzo en Pechanga Arena de San Diego.

La pelea ha despertado gran expectativa entre todos los aficionados, pues para todos es sabido la calidad de boxeadores que tienen ambos monarcas, dos guerreros que no dejarán tiempo a las dudas y se brindarán en una guerra de poder a poder. Pero ¿Quién es Román González?

Consagrado como el único campeón nicaragüense en ganar los títulos mínimo, minimosca, mosca y supermosca, González cumplió con aquello que soñó cuando era pequeño, la meta que poco a poco fue trazándose hasta convertirla en realidad.

El cuatro veces campeón del mundo, orgullo de su país, conocido por todos los aficionados al boxeo disfruta la vida como lo merece después de sus logros entre las cuerdas, un hombre que recoge lo que ha sembrado a través de los años sin olvidar nunca, a aquel niño humilde que entre los juegos de su infancia vendía “Pinesol” (Limpiador liquido) por las calles del Barrio La Esperanza de Managua y lugares vecinos, a ese niño que no perdía la sonrisa y mucho menos la esperanza aun cuando no comiera más que una tortilla con sal al día.

Román, quien ha sido desde niño alguien con fe, sabe que las cosas suceden por algo, que el creador es el forjador de nuestro destino y que siempre debemos hacer caso a los llamados divinos y es que González pudo haber sido un fenómeno en el fútbol, pero su destino no era ese, pues su pasión estaba arriba del encordado enfundada en un par de guantes que lo han llevado a ser considerado uno de los “mejor libra por libra”, pues desde su debut como profesional el 1 de julio de 2005, ( sólo un par de semanas después de su cumpleaños número 18) en el Casino Pharaohs de Managua, Román ha ganado 50 peleas, 41 por la vía rápidas y ¡claro! cuatro campeonatos del mundo, el primero de ellos cuando tenía 21 años de edad.

No cabe duda de que, en este camino al éxito, existió la guía de su fe, pero también el hecho de que Román tiene sangre de boxeador, ya que proviene de una familia amante de esta actividad, y es que su padre y su tío fueron púgiles, así que González creció viéndolos pelear y acompañándolos al gimnasio para entrenar.

Como todo niño, Román imitaba a su padre y con sus amigos del barrio improvisaban un pequeño gimnasio para poder entrenar; sin embargo, esos “juegos” fueron un poco más allá y en la escuela de boxeo de su papá, “Chocolatito” y sus amigos organizaban peleas con niños de otras escuelas, en donde cobraban un peso por entrar y de eso él podía llevar un poco de dinero a su casa.

Enamorado del boxeo, Román tenía un ídolo, un boxeador que era su ejemplo a seguir, el tres veces campeón Alexis Arguello, mejor conocido como el “Flaco Explosivo”, el único boxeador nicaragüense que ha sido inducido al Salón de la Fama del Boxeo Internacional de Canastota, Nueva York, y nombrado “Deportista del Milenio” en su natal Nicaragua.

Decidido a ser el mejor, Román seguía el ejemplo de Alexis, sin pensar siquiera que se convertiría en su pupilo; sin embargo, la mejor circunstancia hasta entonces en la vida de Román llegó sin ser esperada, pues un buen día, junto a su padre, conoció al excepcional campeón, con quien empezó a entrenar.

Entusiasmados, Román y otros niños se pusieron a las órdenes de Arguello, quien era un maestro implacable, estricto y deseaba que sus alumnos tomaran cada entrenamiento con la entrega necesaria, pues con toda su experiencia, él sabía que para ser un boxeador destacado había que sacrificarse y así se los hacia saber.

Los sueños de ahora cuádruple rey de los cuadriláteros estaban más allá de esa pequeña casa hecha de madera; las carencias; las bolsas de leche rellenas de arena colgadas en el árbol en las que asestó sus primeros golpes, de los días en que había que entrenar con solamente un vaso de agua con azúcar como alimento, su determinación e ímpetu lo acercaban a las estrellas y su Dios le daba la confianza en un destino diferente.

Arguello vio esa determinación y apostó toda su experiencia al joven, que, a pesar de tener un carácter fuerte, siempre se mostró humilde ante las indicaciones de su maestro, absorbiendo hasta la última gota de enseñanza.

Historias como esta han sido uno de los entramados de estrellas del deporte; campeones del mundo forjados en la carencia pero que en esta condición encontraron su motivación. Sin embargo, es necesario reconocer una cualidad que ha engrandecido a Román: su humildad.

Hoy con un nuevo reto en su destacada carrera boxística, Román apuesta por su victoria sobre Julio César Martínez no sólo a su fe o a su destacado entrenamiento, sino también a la sincronía de sus movimientos, ofensivos y defensivos, y por supuesto a eso que en el boxeo llaman “instinto asesino” pues desea que su historia se siga escribiendo con capítulos de éxito y determinación.

 

 

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