Por Félix Bizot
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Prensa/Jabeando/09-05-2022.- Pocas veces se presenta como en esta ocasión, la oportunidad de ver un combate donde dos boxeadores técnicos, fuertes y decididos oponen uno al otro su mejor accionar mostrando por qué están clasificados como los mejores del mundo en su peso y categoría.
No es común tampoco ver en esta categoría de peso a dos peleadores con tanta movilidad. Aunque, hay que decirlo: Dmitry Bivol raras veces hizo movimientos innecesarios. En realidad parecía estar atado con una soga de dos o tres metros de largo a su rival. Porque esa fue la distancia a la que hizo casi toda su pelea.
El Canelo, un boxeador cuya fama le precede, es siempre garantía de los mayores éxitos. Y su rival de esta ocasión el ruso Bivol, detenta el título universal de la categoría de peso semicompleto según AMB.
A tanta enjundia, fama bien justificada y fortaleza, de su encumbrado adversario, Bivol enfrentó una fría determinación y la confianza en que no importa cuán famoso sea el rival, el boxeo tiene un librito, un patrón a seguir, y si te puedes ceñir a ese patrón, la victoria será la inevitable recompensa.
Bivol nunca pestañeó, nunca dio dos pasos atrás. Jamás se desarmó o distrajo su concentración por más que su muy reputado adversario trató de provocarlo para sacarlo de su idea táctica en este enfrentamiento. Se vio claramente que se había preparado incluso sicológicamente de manera impecable para este encuentro con un temible contrincante.
Sus dos manos siempre a la altura de su rostro, tal como lo dicen los cánones, la izquierda siempre adelante, señalando el camino, como una linterna en la oscuridad. Pocas veces se ha visto una tal concentración en un hombre determinado a hacer una labor.
Oí decir “Este hombre dio una clase de cómo se derrota a Canelo”.
Hay que decir también, que las apuestas favorecían al Canelo. Tal es la personalidad de que goza este boxeador que con el paso del tiempo se había convertido en un misil imparable. Pero el ruso supo pararlo aplicando una táctica centenaria: Simplemente lo boxeó y haciendo gala de una técnica defensiva rayana en la perfección, pudo ir acumulando puntos al contragolpear en rushes de tres o más puños que a veces daban todos en su blanco. Nada habría que agregar. Pareciera que no hubiera nada nuevo bajo el sol. Tal fue la tranquilidad que lució Bivol a lo largo de toda esa pelea donde los tres jueces le dieron el triunfo por idéntica puntuación: 115-113. Bastante estrecho, pero unánime. Y esto nos dice como fue el desarrollo del combate. Inobjetable la rutilante victoria del europeo quien nos hizo recordar la vieja máxima del boxeo: Si boxeas y no te dejas pegar, no tienes que tumbar a nadie para que te levanten la mano. Je, je…No me pregunten de dónde saqué esto.
Agregar que al ruso no se le permitió subir su bandera nacional, y que tampoco se le sonó su himno tal como se estila en estos casos. En un claro rechazo a la orgía de sangre desatada por su país en Ucrania.
