Por Luis Carlucho Martín
Prensa/Jabeando/24-04-2024.- Sucede que el flamante campeón olímpico de México 68, Francisco Morochito Rodríguez, como muchos otros de su entorno, por ser atractivo para la industria que genera mucho dinero a costa de sus sacrificios, sus puños, sus triunfos y sus derrotas, en esos días comienza a ser tentando por varios empresarios avariciosos, que lo quieren colocar en el deporte rentado.
Él, confiado en que esa noche habría una gran cartelera y que todo pintaría color de rosas, invita a su señora madre, quien accede y lo acompaña a ver en acción a varios de sus amigos y ex compañeros de la selección nacional.
Pero las cosas no salieron según lo previsto, sino según la vida, que nunca falla. Salió la realidad: El boxeo profesional es muy distinto al amateur. En el primero privan los derechos de los mánagers, inversionistas y empresas y de último si acaso el pugilista; mientras que en el otro aún hay algo de romanticismo, entrega y se trata de proteger al deportista.
Cuentan que fue un programa sangriento de principio a fin. Dicen que con cada pelea terminada esa noche, la impresionada madre del Morochito se iba preocupando más…al final, todos sus amigos fueron salvajemente derrotados.
Ante la dantesca escena, su madre, luego de llorar muchísimo, afianzó su posición en contra de esa salvajada que acababa de presenciar, le dijo al cumanés: “Tú no vas a ser profesional”.
Quién sabe a dónde hubiese llegado la carrera de Francisco Brito –su nombre de pila–, si hubiese dado el salto al profesional. Ese capítulo desconocido, porque jamás existió, se lo dejamos al imaginario y a la ficción.