La historia del boxeo: poder y pugilato

PARTE 8/10

Por: Dr. Arnoldo J. Loaiza G. PhD

Prosiguiendo con la saga titulada “La historia del boxeo: poder y pugilato”, la cual tiene como propósito analizar el acercamiento que algunos líderes y gobernantes tuvieron hacia ciertos boxeadores famosos con el fin de aprovechar su popularidad, para arrastrar a las masas y mejorar su posicionamiento político. Hasta el momento se han realizado siete entregas, entre las que cuentan; la cercanía que tuvo Adolfo Hitler con Max Schmeling en Alemania, Benito Mussolini hacia Primo Carnera en Italia, Juan Domingo Perón con Pascual Pérez en Argentina, La Nación Islámica, Robert Kennedy, Jimmy Carter, Ronald Reagan con Cassius Clay. Muhammad Ali en los Estados Unidos, Omar Torrijos con Roberto “Mano de Piedra” Durán en Panamá, Fidel Castro con Teófilo Stevenson en Cuba, Anastasio Somoza, Edén Pastora y Daniel Ortega con Alexis Argüello en Nicaragua, correspondiéndole el turno esta vez a Misael Pastrana Borrero y Andrés Pastrana con Antonio Cervantes Reyes “Kid Pambelé” en Colombia.

NACIMIENTO, INFANCIA Y ADOLESCENCIA

Aunque parezca increíble, Antonio Cervantes Reyes, tuvo dos nacimientos; el primero biológico y pobre ocurrió el 23 de diciembre de 1945, en un pueblo de la costa colombiana llamado San Basilio de Palenque, Departamento de Bolívar, Colombia, muy conocido porque en ese sitio se originó la primera revuelta de esclavos en América. Hijo de Ceferina Reyes y de Manuel Dolores Cervantes. Fue el mayor de seis hermanos, todos nacidos y criados bajo el manto de la pobreza. A los 8 años no vio más a su padre, teniendo por sobrevivencia que convertirse en su propio progenitor y en el de sus hermanos menores.

Siendo niño, el precario servicio público para la época, lo obligaba a levantarse de madrugada para carretear agua en un balde. Desde temprana edad trabajaba barriendo hojas del patio, envolviendo los panes que fabricaba su madre y vendiendo bocachicos de casa en casa, cargados en una abollada olla de aluminio. Descalzo cargaba leña para el fogón de su hogar y por las tardes se montaba sobre sus hombros un racimo de plátanos verdes para que su abuela lo revendiera en el mercado de Arsenal, logrando de este modo conseguir unas pocas monedas para el sustento familiar.

Se crió en un barrio popular llamado Chambacú, lugar poblado de delincuentes y analfabetas, también alternó casa en el Camellón de los Mártires, en Cartagena de Indias, siempre en el Departamento de Bolívar. De origen muy humilde, hasta tal punto que en su niñez se dedicó a trabajar como lustrador de zapatos y vendedor ambulante de cigarrillos de contrabando. A los 12 años tuvo su primer contacto con la droga, a esa edad se fumó por vez primera un tabaco de marihuana. Durante su infancia fue un muchacho desnutrido y marginado. Como algunos boxeadores famosos, se refugió en el mundo de las 12 cuerdas con el propósito de salir de la miseria.

PASOS POR EL BOXEO AMATEUR

El propio Antonio Cervantes, cuenta que fue descubierto por su tío y padrino Pablo Salgado. Mientras que otras fuentes alegan que fue Clemente Roballo quien lo observó mientras realizaba peles callejeras en el Malecón de Cartagena, las cuales le dejaban mejores dividendos en las apuestas que todos los trabajos anteriores. Sus primeros pasos en el boxeo aficionado los dio cuando contaba con 18 años de edad. Tuvo una cortísima vida deportiva en el boxeo amateur. Realizó apenas tres combates, de los cuales ganó dos y perdió uno.

ESTILO DE BOXEO

Cervantes, tuvo su inspiración en el boxeador colombiano Bernardo Caraballo, quien fue el primer atleta en la historia pugilística de su país en aspirar por un título mundial. Cervantes, boxeaba con guardia derecha. Le caracterizaba sus brazos largos, con contextura fuerte que parecía hecho de grueso cable negro. Tenía una exacta pegada mezclada con unos medios físicos extraordinarios al servicio de una buena técnica.

SUS INICIOS EN EL BOXEO PROFESIONAL

Debutó el 31 de enero de 1964, contra Juan Martínez, coincidencialmente también principiante, a quien le ganó por la vía de los puntos en pelea pautada a seis rounds. En sus comienzos era un boxeador más, en el que nadie se fijaba, lo usaban de relleno durante las veladas boxísticas. Al inicio su estilo de pelea no era muy llamativo y por esa razón se ganó el rechazo de los cartageneros, por lo cual se dedicó a boxear en poblados apartados. Sus primeros combates como púgil profesional los realizó en su natal Colombia, compitiendo en 32 oportunidades, triunfando en 27 ocasiones, perdió 4 y empató 1 vez. Su propio tío Pablo Salgado lo bautizó con el seudónimo “Kid Pambelé”, en honor a un boxeador nicaragüense.

Luego de disputar 40 combates en su mayoría en Colombia, a excepción de 1 en la ciudad de Caracas, en el año 1967, obtuvo la oportunidad de aspirar por el título colombiano y se convirtió en campeón nacional de su país, al ganar el cinturón welter junior frente a su compatriota Víctor Cano, quien traía una foja de 13 combates ganados, 6 perdidos y 1 empate. El evento se llevó a cabo en la ciudad de Cartagena. Posteriormente la faja nacional la defendió en tres ocasiones; el 21 de enero de 1968, frente a Heliodoro Pitalua, derrotándolo por la vía de los puntos en el Estadio 11 de noviembre, en Cartagena. Luego, el 14 de junio de 1968 y el 29 de agosto de ese mismo año, ante Cipriano Zuloaga, ganándole por decisión, ambas veces, también en Cartagena.

A raíz de una sanción que la Federación de Boxeo Colombiana le impuso, durante el año 1967, por conducta antideportiva, Pambelé decidió probar suerte en Venezuela, ingresando a la cuerda del empresario Aragüeño Ramiro Machado, quien pasó a ser su apoderado, bajo la asesoría del entrenador Melquíades «Tabaquito» Sanz, radicado en Venezuela, con quien aprendió la técnica y la táctica boxística que lo encumbró a la gloria. Importante destacar que la relación entre Pambelé y “Tabaquito” Sanz fue tan estrecha, que se convirtió en su padre putativo. Entrenador estimado por Pambelé y amado por toda Colombia.

Poco a poco, entre combate y combate, Pambelé fue ascendiendo y escribiendo su propia historia en el ranking mundial, hasta que el día 11 de diciembre de 1971, obtuvo su primera oportunidad para coronarse campeón ante el Argentino Nicolino Locche, quien ostentaba un palmarés de 103 combates ganados, 2 perdidos y 14 empates. El encuentro se escenificó en el mítico escenario Luna Park, en la ciudad de Buenos Aires, la capital que no duerme. Infelizmente, ese día no pudo graduarse de campeón, ya que los jueces percibieron ganador al “intocable” Locche durante todos los 15 rounds que transcurrió la pelea.

A Locche lo llamaban “el intocable”, por su estilo escurridizo de pelea, el cual consistía más en la defensa que en el ataque. Nicolino, boxeaba muy cómodo en el Luna Park, y hasta se daba el lujo de guiñarles el ojo a los periodistas cuando boxeaba y esquivaba los golpes del contrario. Al público visitante argentino le gustaba y le apoyaba su estilo de pelea. Durante ese combate, Pambelé lanzó aproximadamente 173 golpes, falló 155, colocó sin fuerza 17 y solo 2 llegaron sin fuerza a la humanidad de Locche, quien solamente moviendo la cabeza esquivó 255 veces los puños del retador. El entrenador del colombiano, “Tabaquito” Sanz y su apoderado Ramiro Machado, comentaron a la prensa que esa noche, en el Luna Park, Nicolino Locche no dio pelea, lo que hizo fue un acto de circo. Al finalizar el combate, el periodista argentino Horacio Pagani, acudió hasta donde estaba Pambelé para arrancarle una entrevista de despedida y esto fue lo que dijo: Nicolino Locche no es un boxeador, es un cagón. En la próxima pelea lo voy a coger a coñazos.

EL PRIMER CAMPEÓN DE BOXEO PARA COLOMBIA

Durante el año 1972 Pambelé, realizó y ganó tres peleas preliminares que le valieron la oportunidad para subir en el ranking mundial y aspirar nuevamente por la corona. Los combates los hizo; las dos primeras veces en Barranquilla, Colombia, significando su regreso a su tierra natal y el último en Maracay, Venezuela. Con un Pambelé rankeado, el 28 de octubre de 1972, obtuvo una oportunidad para enfrentar al panameño Alfonso “Peppermint” Frazer, quien venía de destronar a Nicolino Locche y exhibía un récord de 30 peleas ganadas, 4 derrotas y 1 empate. El combate se realizó en el Gimnasio Nuevo Panamá, en Ciudad de Panamá. El resultado fue a favor del colombiano, quien lo noqueó en el round número 10, pese a estar por debajo en las papeletas durante todo el combate, dándole a Colombia el primer campeonato mundial de boxeo. Ese preciso día ocurrió el segundo nacimiento glorioso y adinerado de éste personaje.

El épico combate fue narrado en exclusivo para la nación colombiana por Edgar Perea, quien acudió a Panamá acompañado de un excelente equipo de locutores deportivos colombianos integrado por Melanio Porto Ariza y Fabio Poveda Ruiz, personajes que describieron cada round de esa epopeya y luego compartieron el festejo con el nuevo campeón durante la madrugada. Posteriormente Pambelé se trasladó hasta Colombia, en Bogotá lo recibió el presidente Misael Pastrana, quien lo condecoró, mientras que la afición deportiva barranquillera le brindó una multitudinaria acogida.

Según el cronista deportivo Juan Gossaín, Pambelé hizo un aporte histórico a su país. Con sus puños fue capaz de transformar la mentalidad de perdedor que anteriormente tenía el ciudadano colombiano en el mundo deportivo, hasta ese entonces el paisa interesado en asuntos deportivos conjugaba el verbo “cuasi ganador”. A partir de esa victoria, Colombia por fin tuvo la oportunidad de conjugar el verbo ganar en tiempo presente y futuro.

COMBATES CELEBRES

La revancha contra Nicolino Locche

Posteriormente Pambelé tuvo una segunda confrontación contra Nicolino Locche en marzo de 1973 en la ciudad de Maracay, Venezuela. Esa noche le pegó todos los golpes errados durante el primer combate. Durante la pelea Locche tenía una profunda cortada en el rostro y el árbitro venezolano Sulbarán no quiso detener la lucha por lo delicado de la situación, no quería complicarse la vida. A la altura del noveno round su esquina encabezada por Tito Lectoure se colocó con su enorme cuerpo de barrera y Oswaldo Cavillón, su second, lanzó la toalla blanca al centro del ring en señal de abandono. Esa decisión la tomó su equipo con el fin de proteger a su pupilo, quien enojado no entendía esa disposición, quería seguir boxeando. En el ring inmediatamente se armó tremenda bronca que tuvo entre los involucrados a la figura de Carlos Monzón, tratando de contener la ira de Locche, quien valientemente desaprobaba tal decisión de su esquina. Esa segunda pelea en el ring, quedó entre la familia gaucha.

LA DEFENSA CONTRA WILFREDO BENÍTEZ

El 6 de marzo de 1976 Antonio Cervantes “Kid Pambelé, realizó la defensa número 11 de su cinturón que lo acreditaba como el monarca absoluto del peso welter junior de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB). Hasta esa fecha traía una foja de 86 combates, 74 ganados, 9 perdidos y 3 empates. La defensa la hizo contra el retador boricua Wilfredo Benítez, apodado “el Radar”, con tan solo 17 años de edad y un palmarés de 25 peleas invicto. La confrontación se realizó en el estadio Hiram Bithorn de San Juan, Puerto Rico. Benítez era entrenado por su propio padre. La pelea fue llevada por ambos gladiadores hasta el round número 15. Imponiéndose el puertorriqueño sobre el colombiano por la vía de los puntos en una decisión dividida, despojándolo de la faja mundial y convirtiéndose en el púgil más joven de la historia boxística en coronarse campeón, récord que se mantiene aún vigente. Para ese combate, el novel coronado antepuso la astucia, el dinamismo de su juventud, a la fuerza. Más adelante, gracias a su trayectoria en el ring agrega un nuevo sobrenombre a su haber, considerado como “La biblia del boxeo”.

Posteriormente, el padre de Benítez, había empeñado la palabra para una eventual revancha entre ambos contendores, sin embargo, siempre rehuyó al combate hasta que técnicamente fue sancionado por la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), quien despoja a su pupilo del cinturón de monarca.

LA PELEA CONTRA CARLOS MARÍA GIMÉNEZ

El 25 de junio de 1977 Pambelé tuvo la oportunidad de recuperar el título vacante del peso welter junior de la Asociación Mundial de Boxeo (AMB), al pelear contra el argentino Carlos María Giménez en la Plaza de Toros de Maracaibo. Era la segunda confrontación entre ambos púgiles. Previamente Pambelé se había impuesto en Bogotá por la vía del nocaut. Para ésta confrontación, el gaucho traía una foja de 110 combates realizados, de los cuales 98 ganados, 8 perdidos y 4 empates. Ese combate lo presencié personalmente cuando apenas contaba con 20 años de edad, ya que en ese mismo escenario se había pautado otra pelea entre el Argentino Rodolfo Rodríguez y mi tío la leyenda venezolana Betulio González. Prácticamente la velada boxística transcurrió en un duelo deportivo entre la escuadra de Tito Lectoure y Ramiro Machado. La pelea la ganó Pambelé por nocaut técnico a la altura del round número 6, ya que el árbitro principal Martin Denkin detuvo el combate a raíz de una cortada en la ceja derecha de Giménez que arrastraba desde los primeros rounds.

Por su parte, la crónica argentina relata que el árbitro norteamericano Martin Denkin confabuló para robarle esa pelea a su pupilo, quien aventajaba en las papeletas al colombiano. A raíz de esa decisión, inmediatamente, Tito Lectoure, apoderado de Giménez, se subió al ring en Maracaibo, empujó y manoteó varias veces a Denkin acusándolo de parcializado. En Argentina, al día siguiente algunos diarios titularon “Robo a la vista mundial”, “La Mafia no perdonó a Carlos Giménez”, “La derrota consagró a Giménez”, “Pambelé campeón, injusta derrota de Giménez”. Esta pelea fue duramente criticada por la afición presente en la Plaza de Toros de Maracaibo, quien producto de esa decisión, no paró de abuchear el fallo del árbitro norteamericano. Esperaba pelea para rato y un justo desenlace producto del desempeño de ambos púgiles y no por intervención del árbitro.

LA PELEA CONTRA AARON PRYOR

Posterior a una seguidilla de 7 defensas exitosas del título, de las cuales 4 por nocaut y 3 por la vía de los puntos, el día 2 de agosto de 1980 se pautó una pelea contra el invicto en 24 combates, el estadounidense Aaron Pryor en Cincinnati, en el Riverfront Coliseum. En el papel Pambelé era más alto que Pryor y mostraba mayor alcance de brazos. Para esa confrontación el boxeador cafetero subió al ring con un semblante famélico, su cuerpo no lucia la fibra muscular de años anteriores cuando visitaba el gimnasio con regularidad.

Desde el mismo primer round Pryor le hizo homenaje a su apodo “El Halcón de Cincinnati”. Este salió como un ave rapaz a provocar el combate. Apenas sonó la campana avanzó más de tres cuartos desde su propia esquina, hasta invadir la esquina de Pambelé, quien se encontraba de espaldas relajadamente conversando con su second, “Tabaquito” Sanz. Fue tan inesperado el ataque de sorpresa, que no se dio el clásico protocolo de topar los guantes en el centro del ring al inicio del combate. Pambelé apenas tuvo chance para voltearse y cuando se prestaba para hacerse la señal de la cruz, apenas pudo colocar su guante derecho en su frente (en el nombre del padre), porque de inmediato tuvo que montar la guardia para defenderse de lo que venía.

Seguidamente fue sorprendido con una avalancha de golpes que en breves instantes lo desconcertaron llevándolo contra las cuerdas. Pryor demostraba ser una maquina imparable de lanzar golpes con ambas manos, mientras que Cervantes lucia más vertical, lanzando también sus manos, pero con menor velocidad procurándose la defensa. En ocasiones tuvo que agarrarse para evitar la confrontación desde afuera y poder de esta manera contener el vendaval de guantes que le arreciaba. Faltando menos de un minuto para finalizar el primer round, Pryor acorraló a Cervantes en su esquina y mientras lanzaba su gancho de izquierda que fue esquivado por el colombiano, quedó desprotegido y ahí fue aprovechado por Pambelé para conectarlo al mentón con un gancho de derecha, lo cual hizo que el estadounidense colocara la rodilla en tierra y provocar el conteo de protección por parte del réferi, mientras Pryor se levantaba haciendo una especie de molinete con su brazo derecho, el cual no paraba de girar, para darle señal al árbitro de que estaba en condiciones de proseguir el combate. Durante esa vuelta, Pryor siempre fue hacia adelante, mientras que Pambelé retrocedía. Por lo que se refiere a quien ganó ese round, se puede decir que fue empate, en el sentido que Pryor colocó más golpes efectivos en la humanidad del campeón, sin embargo, golpes más y golpes menos, Pambelé metió una sola mano que provocó una caída, el respectivo conteo y mandó a callar a la afición norteamericana que respaldaba a su pupilo. De repente el gimnasio entró en silencio. Un knock down también vale.

Para el segundo round, Pryor aplicó la misma estrategia, apenas sonó la campana fue hasta la esquina de Pambelé a buscarlo, siempre provocando la pelea, lanzando sus manos a diestra y siniestra, haciendo incesantes movimientos de dorso, mientras que Pambelé retrocedía. Poco a poco durante esa vuelta, la intensidad del combate fue cediendo debido al frenético ritmo impuesto desde el inicio. Round a favor de Pryor.

Para el tercer round, Pryor aplicó la misma dosis de agresividad al salir a acorralar nuevamente a Pambelé en su propia esquina, Esta vez al inicio del round, se observa a un Pambelé fajado que sale a buscar al oponente con varios pasos al frente. A partir del principio del segundo minuto ambos púgiles se tiraron un round bestial en un constante toma y dame, colocando peligrosas manos en la humanidad del oponente, pero que ambos lograron sortear con guapeza. Pambelé se fue cortado al descanso. Round a favor de Pryor.

Para el cuarto round, ambos boxeadores prosiguieron el ritmo frenético demostrado en el round anterior, hasta que Pryor acorraló a Cervantes en la esquina del propio neogranadino, conectando fuertes combinaciones que logran derribarlo, haciendo que éste colocara sus rodillas en tierra en señal de debilidad, tratándose de levantar inútilmente apoyando ambos guantes en las segundas cuerdas. En esa posición, el referí inició el conteo reglamentario hasta decretar el nocaut y el ocaso pugilístico de la gloria colombiana.

Importante acotar que esta confrontación Pambelé la perdió por exceso de confianza unos cuatro meses antes del combate, mientras compartía su estadía entre Cartagena, Caracas y los diferentes bares que frecuentaba. Pambelé admitió que no se preparó bien por andar de rumba, aparte del vicio del alcohol y la droga.

MISAEL PASTRANA BORRERO, ANDRÉS PASTRANA Y ANTONIO CERVANTES “KID PAMBELÉ”

Antonio Cervantes alias “Kid Pambelé”, también fue aprovechado por los políticos de turno. En el libro titulado “El oro y la oscuridad: la vida gloriosa y trágica de kid Pambelé”, relata Salcedo, que la amistad entre Misael Pastrana Borrero y Pambelé se dio mientras el primero era presidente de la república de Colombia y el segundo era campeón mundial de la categoría welter junior. A Pambelé le agradaba el poder. Desarrolló un talento especial para relacionarse en las altas esferas. En oportunidades fue usado por quienes ostentaban el mando, pero él también aprendió a servirse de quienes lo tenían.

El primer homenaje que Misael Pastrana Borrero le hizo a Pambelé fue llamarlo esa misma noche que obtuvo el primer campeonato mundial para Colombia. Le habló a la embajada de Colombia en Panamá para felicitarle por su proeza. Pocos días después lo recibió en su despacho para condecorarlo. Ese día de la distinción, Pambelé paralizó las calles de Bogotá al salir del hotel Tequendama hasta el Palacio de Nariño montado en un camión de bomberos y detrás le seguía una kilométrica fila de autos. En ese momento histórico Antonio Cervantes “Kid Pambelé”, personificaba a una Colombia que no tenía nada.

Gracias a sus relaciones sociales, aprendió a combinar los vinos acordes con cada tipo de comida, se la mantenía con el bigote arreglado, visitaba manicuristas para que le arreglaran las uñas, tenía buenas amistades con presidentes y ministros. Su debilidad por el poder hizo que se mudara a una pomposa casa en Bocagrande. Se dice que fue el primer negro en Cartagena en vivir en ese lujoso barrio.

En otras oportunidades, el presidente Misael Pastrana Borrero visitaba personalmente Palenque, el pueblo pobre donde había nacido el campeón, con la finalidad de inaugurar la puesta en marcha del acueducto, dispensario médico y el servicio eléctrico de esa localidad a petición del palenquero. También se hacía fotografiar delante del televisor cada vez que su pupilo combatía, lo recibía en el palacio San Carlos, lo colocaba de ejemplo en sus discursos. Como parte del vuelto, Pambelé le dedicaba sus peleas, le regalaba guantes de boxeo autografiados y acompañaba a su hijo Andrés, un joven emergente político de 18 años durante las marchas enfocadas en la campaña presidencial en la ciudad de Bogotá. Las visitas poco a poco se fueron reduciendo en la medida que uno era ex presidente de la república y el otro ex campeón del mundo de boxeo.

Cierto día, estando Pambelé recluido en el hospital psiquiátrico San Pablo de la ciudad de Cartagena, Andrés Pastrana, candidato a la presidencia de Colombia por el partido conservador, llamó por teléfono a su médico psiquiatra tratante conocido como Christian Ayola, con el propósito de obtener permiso para visitar a Pambelé. Este le respondió que Pambelé estaba bajo tratamiento de neurolépticos, debido a su trastorno psicótico. Que no se oponía a la visita, siempre y cuando fuera secreta y no un evento público con un propósito político ulterior. El candidato presidencial insistió argumentando que “a los amigos no se les esconde”. Finalmente Andrés Pastrana en un descuido del médico, entró con un grupo de reporteros al hospital psiquiátrico San Pablo, logrando su intención, tomarse fotos con el campeón y salir al día siguiente en la primera plana de los diarios colombianos con el titular; “Pambelé adhiere a Pastrana”.

PRINCIPALES ANÉCDOTAS

Pelear con hambre o por hambre

Pambelé debutó en el boxeo empujado por el hambre, con apenas 18 años de edad, en Cereté, Córdoba se montó por vez primera a un entarimado para boxear. Anteriormente había hecho unas peleas callejeras apostando dinero en Cartagena.

En una oportunidad un empresario le ofreció 400 pesos para participar en un programa boxístico y terminó pidiéndole rebaja, porque su estilo de boxeo no convencía al público. Ante esta petición Antonio Cervantes accedió por necesidad. Pambelé ha sido uno de los boxeadores colombianos más polémicos del siglo pasado, era tan cara dura, que necesitando dinero, durante una velada boxística montada en su natal Colombia, no le importó apostar en su contra a que perdería el combate. Esa actitud le valió una sanción de la Federación Colombiana de Boxeo, por comportamiento antideportivo, motivo por el cual decidió emigrar hacia Venezuela.

Guerra psicológica

Poco antes del combate contra “Peppermint” Frazer, Pambelé fue abordado por un periodista panameño, quien pretendió aterrorizarlo diciéndole que el general Torrijos se había llevado a Frazer a un retiro en un campamento militar. En ese espacio supervisaba cuidadosamente sus entrenamientos, lo alimentaba de manera especial y le inyectaba el nacionalismo panameño. Pambelé lo escuchaba tranquilamente. Posteriormente lo interrumpió, diciéndole que todo eso pudiera ser verdad, pero que durante la noche del combate el general no estaría sobre el ring acompañándolo, porque ese era un asunto entre Frazer y él. Recalcó que durante ese momento Frazer estaría solo.

El mejor trofeo

Al día siguiente de haber obtenido la faja mundial, Pambelé decidió regresar a su natal Colombia para festejar. No pudo viajar directamente hasta Cartagena, por lo que fue necesario y obligado hacer escala en Barranquilla, donde llegó aproximadamente a las cuatro de la tarde. De ese mismo terminal de Soledad, su equipo tomó un taxi que recorrió las calles hasta Cartagena. Durante todo el camino, la gente salía a saludarlo hasta la orilla de la carretera.

Al pasar por el pueblito de Luruaco, los tradicionales vendedores de comida típica lo aclamaron mostrándole una arepa de huevo chorreando grasa delante del vidrio del auto, como si ésta fuera un trofeo. Pambelé pidió detener la marcha, tomó la arepa, se metió la mano en el bolsillo para pagarla. Los vendedores se negaron a tomar el dinero, considerando que Pambelé era uno de los suyos que había triunfado.

Antes pobre, ahora famoso, pero siempre honesto

El domingo, un día después que Pambelé se coronó campeón mundial, lo esperaban en Cartagena para festejar. Las calles estaban decoradas con papelillos, en cada esquina resonaba la música, lo esperaban más de cincuenta parientes, entre primos, sobrinos y cuñados. Entre los asistentes estaba su hermana, quien hasta la noche anterior había vendido frutas en la orilla de la playa. Ella vestía una llamativa falda de bailarina de cumbia cienaguera. En medio de los festejos, un periodista enviado desde Bogotá le preguntó su opinión acerca de “Cien años de soledad”. ¿Qué es eso? Respondió Pambelé. El periodista aclaró: esa es la famosa novela que le dio la vuelta al mundo, escrita por el colombiano Gabriel García Márquez. Pambelé, mirándolo fijamente a sus ojos le respondió lo siguiente: Yo no sé de qué me habla usted. Apenas aprendí a leer y escribir mi nombre. Yo no lo voy a engañar diciendo pendejadas sobre lo que desconozco. Esta actitud lo mostró como un ser excepcional. No obstante la fama alcanzada, no se las daba de erudito, ni de pantallero. Era capaz de reconocer su ignorancia.

Posteriormente, el ídolo de Palenque agarró un mal camino que lo condujo a desplomarse sobre sus propios pies, su vida se vino en picada estrepitosa. Años después, su hermana regresó a la misma playa para vender frutas y poder así mantenerse económicamente.

La primera inversión de Pambelé

El día que Pambelé obtuvo el campeonato mundial, se ganó una bolsa de cinco mil dólares. Lo primero que hizo con ese dinero fue comprarse un colchón doble ancho de resortes y colocarse un diente de oro. La idea del diente de oro tiene su historia. Cuando Pambelé era un niño pobre, en el barrio negro de Chambacú vivía un personaje llamado Pedro Cañate, quien era un limpiabotas que se distinguía por dos cosas; la primera, tenía una novia blanca y la segunda, tenía un diente de oro que le brillaba en la esquina de la encía superior. El diente tenía sus iniciales grabadas en letras mayúsculas.

Importante destacar que en ese gueto pobre y negro, no llamaba tanto la atención la novia blanca del personaje, sino el famoso diente de oro que servía de gancho para atraer a las mujeres. El diente de oro era un símbolo de poder, que era aprovechado por su dueño los fines de semana por las noches en medio de las parrandas callejeras amenizadas con los discos de acetato en la voz de Daniel Santos. En plena calle, el negro Cañate llegaba sonriente para que las mujeres le vieran el diente de oro. Ninguna se negaba a bailar con él. A partir de ese evento, Pambelé se propuso ponerse un diente de oro apenas consiguiera dinero.

Los primeros días del mes de noviembre, siendo campeón mundial, Pambelé fue a Venezuela, visitó el consultorio de un dentista venezolano, le pidió extraerle su colmillo superior derecho e insertar un casquete de oro igual al que usaba Pedro Cañate para enamorar a las mujeres de Chambacú. Solicitando grabar sus iniciales: A.C.R. Antonio Cervantes Reyes, en la parte interna de éste.

Su primera defensa, Pambelé pegaba demasiado duro

La primera defensa de Pambelé la realizó en Puerto Rico, en el coliseo Roberto Clemente, ante un rival boricua llamado Josué Márquez. Coincidencialmente el padre del boxeador puertorriqueño falleció durante esa noche mientras escuchaba el combate por la radio. Al saberse la noticia en Bogotá se propagó el siguiente mito: “¡Cómo pegará de duro Pambelé, que le dio una trompada al hijo y mató al padre…!”

Pambelé imagen de todo un país

Apenas Pambelé obtuvo la corona mundial, muchas organizaciones comenzaron a mostrar sus productos en sus pantalones de boxeo. Sanyo y otras multinacionales se disputaban la imagen de este gran ídolo para la época. Pambelé hizo que los colombianos descubrieran el boxeo a través de la televisión. Colombia completa amanecía pegada a los televisores cada vez que su pupilo le tocaba defender el título fuera de su país.

La peor paliza de Pambelé

En el ring de la vida, el peor golpe se lo dio su enfermedad diagnosticada como trastorno bipolar afectivo, anteriormente conocida como enfermedad maniaco depresiva, mal heredado de su familia materna, específicamente de su progenitora y dos tíos. Esta patología fue posteriormente precipitada por la mezcla del licor, la droga y las malas juntas que le dieron su peor paliza. Infelizmente aquellos que decían ser sus amigos, solo se codearon con él cuando ganó plata en sus momentos de gloria, para posteriormente desecharlo desde el punto de vista humano.

Aun se cree campeón mundial

En una oportunidad Pambelé se trasladaba en un taxi por el centro de la ciudad de Bogotá, cuando de repente se encontró con un embotellamiento en el tráfico. Impaciente se bajó del carro, la gente lo identificó y comenzó a gritar Pambelé, Pambelé, Pambelé. En eso se le acercó un vendedor ambulante de sombreros mexicanos y le regaló uno. Pambelé rechazó el regalo expresando que así no lo reconocerían. Por varios metros caminó la calle levantando ambas manos entre los gritos de la multitud que le aclamaba.

Pambelé ídolo de Palenque

Debajo del crucifijo de la iglesia de San Basilio de Palenque hay una foto enmarcada de Pambelé. Gracias a su hazaña deportiva, hizo las gestiones políticas para que su pueblo tuviera agua, electricidad y calles asfaltadas. Pambelé no solicitó a los políticos favores personales, solo pidió para el pueblo de Palenque.

Anteriormente Pambelé celebraba el aniversario de su hazaña deportiva con mucho licor, droga y joda, elementos que lo mantuvieron en cautiverio y casi lo llevan a la muerte. Ahora, después de esa dura lección, lo celebra en Turbaco en su casa con la compañía de su familia.

Pambelé dice que jamás olvida la fecha en que se coronó campeón mundial. Recuerda que al llegar al décimo asalto estaba perdiendo en las papeletas, sin embargo fue alertado de esto por su entrenador, “Tabaquito” Sanz. De ahí sacó fuerzas para derribar hasta tres veces a su rival Alfonso “Peppermint” Frazer. Al bajar del ring, el público panameño estaba enardecido por la derrota de su pupilo en manos del colombiano. Durante esa noche se fueron a celebrar al hotel donde estaban hospedados y luego hasta la embajada de Colombia en Panamá, donde recibió una llamada de felicitaciones de parte del presidente Misael Pastrana Borrero.

Más tarde de manera paradójica “Peppermint” Frazer se unió a la celebración y luego salieron en su propio carro para rematar la fiesta en una cantina ubicada en Ciudad de Panamá. Este evento podrá sonar extraño, sin embargo, demuestra la amistad de ambos púgiles, quienes se hicieron amigos en Venezuela mientras formaban parte de un equipo de boxeadores que entrenaba y hacia vida deportiva buscando la fama. Ambos compartían la misma habitación en la residencia de la Sra. Bruna. Durante los entrenamientos y antes de la pelea, ambos contendores conversaron en varias oportunidades. Frazer le decía a Pambelé que lo noquearía, mientras que Pambelé le expresaba que el titulo seria de él.

El hombre más importante de Colombia

No cabe duda que durante mucho tiempo durante los inicios de los años 70’ Antonio Cervantes Reyes fue el hombre más importante de Colombia. Cierto día en Madrid, Gabriel García Márquez fue recibido en una reunión con la frase “¡Llegó el hombre más importante de Colombia!”, cuando de repente el nobel movió su cabeza buscando a alguien, y luego preguntó: “¿Dónde está Kid Pambelé?”.

El día que Andrés Pastrana Arango se avergonzó de su amistad

Andrés Pastrana Arango conoció a Pambelé por la amistad que este tenía con su padre. Cuando Andrés Pastrana Arango era apenas un muchacho interesado por la política, muchas veces uso la imagen de Pambelé para llevar gente a las convocatorias. Tiempo después llegó a la presidencia de Colombia, subiendo en la espiral de la fama. En ese contexto histórico, contrariamente el ídolo de palenque era una piltrafa humana sumergida en el sub mundo de las drogas y el licor. Por lo tanto a Pastrana no le convenía que lo vieran juntos.

En una ocasión Pambelé estaba borracho en el centro de Cartagena, cuando recibió la noticia de parte de sus compañeros de farra que Pastrana tenía una reservación para cenar en el Hotel Restaurante Nautilus con una comitiva. Los amigos de Pambelé lo azuzaron diciéndole: vamos hasta ese local y aprovecha que Pastrana está presente para que “te tire la liga”. Una manera de decir costeña, que indica; quítale un dinerito para pasar bien el rato. Recuerda que él te usaba cuando no era nadie y “tú eras el champion”. Toda la pandilla de amigos acompañaron a Pambelé y le montaron guardia en el local sorprendiendo a Pastrana. Pambelé se le acercó, le saludó y encontró un saludo diplomático y distante. Pastrana se mostraba nervioso, incomodo ante sus invitados y el nuevo recién auto invitado. Ante esta situación, Pambelé le ripostó: tú no me saludabas antes así.

Seguidamente Pastrana llamó aparte a Pambelé. Le colocó la mano sobre su hombro, sacó algo de su bolsillo y se lo entregó en sus manos. Pambelé se despidió y se dirigió contento hacia su grupo que le acompañaba, mostrando por los aires alegremente un billete de 20.000 pesos. De repente uno de los amigos del Pambe le cortó las alas diciéndole…Eche ¿eso es todo lo que te regaló el Sr, presidente de la república? A lo que Pambe lo defendió diciendo, que estaba corto de dinero, pasándose de inmediato el dedo índice por todo su cuello, porque aún no han pagado la quincena en la presidencia de la república.

LA FAMILIA

Pambelé tuvo muchas damas en su camino, sin embargo, la primera mujer oficial fue Carlina Orozco Reyes, una chica humilde de raza negra, con quien tuvo tres hijos. Carlina es una mujer sencilla y fiel. No ambiciosa. Lo único que deseaba era tener una familia y vivir tranquila con su esposo e hijos. Pambelé la abandonó para irse de rumba a Venezuela, para evadir un problema que tuvo con las apuestas y una merecida sanción por parte de la Federación Colombiana de Boxeo. Carlina se trasladó hasta Venezuela siguiendo al amor de su vida, para enterarse al llegar que no era la única, pues Pambelé se encontraba contra las cuerdas y sufrió un nocaut amoroso en brazos de la arribista y ambiciosa venezolana Aurora Valencia. Finalmente Carlina logró recuperar a su esposo para revivir la historia de pareja junto a sus hijos José Luis, Rubén y Lucy. Se asegura que Pambelé, aprovechando su estatus de campeón se rodeó de mujeres con quien procreó otros hijos, entre los que se conoce el venezolano Daniel Antonio Cervantes Bastardo. El campeón también fue rechazado y puesto en su esquina por un buen número de féminas que no se comían el cuento de que fuera el champion.

RETIRO DE LAS 12 CUERDAS

Ya para retirarse, el 26 de marzo de 1983, Pambelé disputó contra Amancio Castro el título Welter junior de la Confederación del Caribe versión Consejo Mundial de Boxeo, triunfando por decisión y luego defiende esa faja el 30 de junio del mismo año contra Sergio Álvarez, triunfando por nocaut técnico, ambos combates efectuados en la Plaza de Toros de Cartagena de Indias, Cartagena. Su última pelea la realiza contra el estadounidense Danny Sánchez, el 9 de diciembre de 1983, en el Jai Alai Fronton, en la ciudad de Miami, perdiendo por decisión dividida.

EL OCASO DEL CAMPEÓN

A Pambelé le embriagó el oro obtenido en sus peleas. Su principal enemigo fue su ignorancia, esto hizo que la fama se le subiera a la cabeza hasta perder el rumbo de su vida. El dinero le llevó a tener una descontrolada vida privada. Su tiempo libre lo invertía en largas parrandas, combinaba el alcohol y drogas de todo tipo, marihuana, bazuco, cocaína, entre otros. Dedicaba tiempo mínimo para los entrenamientos y esto hacía que sus reflejos y fuerzas se fueran mermando paulatinamente.

Pambelé, pasó de llenar las primeras planas del espectáculo a las páginas judiciales, cambió al huésped especial que fue de hoteles cinco estrellas en diferentes lugares del mundo y se convirtió en un acogido forzado de celdas y sanatorios. En una oportunidad agredió a una mujer porque esta no quiso bailar con él durante una fiesta. La amenazó tocándole su piel con un cuchillo. Posteriormente al evento, agredió a los camarógrafos que cubrían la noticia y luego mencionó que él no había hecho absolutamente nada.

En varias ocasiones de su vida tuvo que ser recluido en sanatorios tanto en Colombia como en Cuba. No había manera de retenerlo porque de todos se evadía. El diagnóstico preciso era: trastorno bipolar afectivo. Pambelé sufría de manía y melancolía. Por lo general oscilaba entre esos dos ciclos de alegría y tristeza. Cuando se ponía maniaco, la ansiedad lo empujaba a ingerir licor y a consumir sustancias psicotrópicas.

Cuando Pambelé se convirtió en campeón mundial, toda Colombia se volvió loca por él. Lo condecoraban en el congreso, se tuteaba con los presidentes, lo besuqueaban las reinas y el diario El Espectador decía por quién votaría en las elecciones presidenciales. Ahora sucede lo contrario, él padece la enajenación mental que le procuró el país. El personaje enfermó al hombre. En Colombia se dice que “nos volvemos locos con el ídolo y volvemos loco al ídolo”.

Pambelé, en ciertas oportunidades no consume sus medicinas, y no lo hace porque le cuesta asumir su enfermedad. En ocasiones se la toma en contra del país, otras veces se sube a un autobús sin saber a dónde va, puede descargar su ira contra las paredes, llama a sus amigos al sentirse el rey indestronado de su categoría, fue capaz de noquear a un vendedor ambulante porque no le obsequió un fosforo, se daba el lujo de pegarle a un rentista en la capital bogotana porque no le permitía bailar con su novia, Por lo general la policía se encontraba en aprietos al tener que formular cargos en contra del campeón, porque disponía de múltiples coartadas simultaneas, era capaz de huir de la escena de la infracción social y aparecer en otros lugares. Antonio Cervantes Reyes puede imaginar que aún es campeón mundial.

Cuando esta lucido es un caballero, se comporta finamente, no dice una palabra fuera de lugar, no ofende a nadie. Respeta mucho a su familia; abraza a sus hijos, carga a sus nietos y se comporta como un hombre maravilloso. Sin embargo se han repetido episodios donde agrede a su familia, su hogar, acaba con los televisores y otros artefactos de su casa, para luego estallar en llanto sentado en un mecedor.

Actualmente vive en Turbaco, en la única casa que su familia salvó del despilfarro. Recibe una pensión del Estado como entrenador. Cuando cobra la pensión que el gobierno le otorgó, se pierde de la casa y sale en búsqueda de droga y alcohol. Desde hace mucho tiempo dejó de ser el hombre proveedor de su familia para convertirse en un dolor de cabeza y en un hazme reír en la comunidad. Como muchos colombianos, vive entre la realidad y la fantasía. En ocasiones se le pasa la mano y no le agrada que le llamen por su nombre, sino Pambelé. A Pambelé lo noqueó el destino.

LA CONSAGRACIÓN BOXÍSTICA UNIVERSAL

No obstante todo el drama vivido por el campeón, Pambelé es considerado el boxeador más importante de la historia deportiva colombiana. Disputó 21 peleas por la faja mundial, de las cuales 18 correspondieron a su defensa. Fue capaz de mantener el título de las 140 libras ceñido a su cintura por espacio de 8 años, esta actitud deportiva permitió que en octubre del año 1988, fuera exaltado al Salón de la Fama del Boxeo en Canastota, Nueva York.

En el año 2000 fue elegido como el Boxeador del Siglo en Colombia por la Federación Colombiana de Boxeo y la Asociación Nacional de Boxeo Profesional. Gracias a esa distinción, la Asociación Mundial de Boxeo AMB, le reconoció, entregándole un cinturón conmemorativo especial.

Pambelé, fue seleccionado por el diario El Tiempo, como el mejor deportista colombiano del siglo XX. Pambelé fue el personaje que enseñó a ganar a los colombianos y fue el boxeador colombiano que más defendió y mantuvo su título mundial.

En el año 2017, 11 – 11 films creo y produjo una telenovela que salió al aire por el canal colombiano RCN Televisión, basada sobre la vida de este personaje. La obra fue protagonizada por el actor afrocolombiano Jarlin Martínez, Laura Vieira y Marianela Sinisterra, con las participaciones antagónicas de Mauricio Mejía y Juan Alfonso Baptista, y las actuaciones estelares de Indhira Serrano y Omar Murillo.

En las calles polvorientas de San Basilio de Palenque reposa una estatua de carbono y bronce mandada a construir por el gobernador Juan Carlos Gossaín. La obra mide 2 metros con 20 cms. de altura. Fue realizada por el escultor Oscar Noriega, recordando en su cuna la gesta heroica del primer campeón de boxeo que tuvo Colombia.

Carlos Vives le compuso una canción titulada “Pambe”, parte de la estrofa dice así: “Voy a contar una historia de un héroe que tengo / todos vivimos la euforia y aún queda el recuerdo. En esos puños de hierro hay algo que es mío / de todo lo que nos diste yo nunca lo olvido”.

Termina así la fábula de Antonio Cervantes, boxeador del siglo en Colombia. Tan celebre en su patria como Gabriel García Márquez. Ambos desde sus respectivas esquinas le hicieron un gran bien a Colombia, el país de las contradicciones deslumbrantes.

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