Me conmovió la historia que leí (autor Emmanuel Baldo) de como el puertorriqueño, ya veterano del ring (29 años de edad), año 1983, acabó con la carrera del prospecto estadounidense Billy Collins Jr (21) y de paso fue su última pelea y la de su entrenador, el panameño Panamá Lewis.
Al boricua Resto lo vi combatir frente al venezolano Luis Primera en el Nuevo Circo de Caracas, 29 de julio de 1978 (esa misma noche el tailandés Entreno Sor Vorasingh retuvo el título y retiró al ya matusalénico Luis “Lumumba” Estaba. Conversé con él antes de la pelea con Primera y me pareció un muchacho sencillo, que jamás haría daño a un contrincante de manera deliberada sobre un ring.
Pero en aquella pelea contra Collins Jr, sus guantes (al mejor estilo del azteca Antonio Margarito) estaban “envenenados” con yeso. Al final ganó Resto, pero perdió el boxeo, pues fue sancionado de por vida, también su entrenador Lewis.
El saldo para Collins Jr, el prospecto que estaba invicto con 14 triunfos, 11 por nocaut, también fue dramático, el informe final del hospital indicaba: recibió de los puños de yeso de Resto: 450 golpes, lesión en la retina del ojo derecho y severos daños en el izquierdo y no apto para seguir su carrera como boxeador.
Toda esta historia verídica del boxeo aspiro que no se repita más, pero tengo mis dudas, pues con el deseo de hacer dinero, muchas veces se expone a los boxeadores, ya sea porque son muy novatos y demasiados punk drunk (borrachos de golpes), tan solo con el afán de ganar dinero aquellas personas que, aunque están cercano a los atletas, no reciben ni un puño.
Y a veces los “puños” que reciben son de grandes sumas de dinero, sea en dólares o en bolívares. Aquí deben estar muy atentas las autoridades del boxeo profesional, especialmente en nuestro país, pues lo principal es cuidar al atleta, al boxeador.
La gloria, el brillo, las grandes bolsas vendrán después, en base de su calidad, buena preparación y enseñanza técnicas que le brinden sus entrenadores y representantes. Alerta, pues: cero trampas, con doble vendaje, vendaje mojado, o ligado con sustancias que endurezcan y fortalezcan el poder de los puños, que al final se convierten en armas letales.