*** Presidente del Comité Olímpico Venezolano nos cuenta como fue ese día que marcó la historia del deporte nacional
La espada masculina iniciaba un dura y excitante competencia, el número uno del ránking mundial, el venezolano Silvio Fernández y el Campeón Mundial juvenil estaban en la pedana, combate a combate ambos venezolanos ubicados en dos de los cinco escenarios dispuestos, comenzaron a alcanzar tablón a tablón y se acercaban las esperanzas del país en conseguir una presea olímpica en la esgrima.
El Pabellón Sur 1 del Excel de Londres, comenzó a llenarse de venezolanos que se trasladaban en distintos transportes públicos, desde varios lugares de Londres, para poder observar la gran posibilidad de medalla que Venezuela tenía para ese momento. Con combates simultáneos era difícil ubicarse en el pabellón del Excel por lo que preferí sentarme a la mitad del mismo.
En otros escenarios, tales como el London Velopark, la ciclista inglesa Victoria Pendleton progresaba espectacularmente con todas las miradas puesta en ella, dejando quizás sin mucha audiencia lo que se venia cosechando en el Excel, escenario de la esgrima. El velódromo estaba repleto de fanáticos, disfrutando de la revelación de los juegos en el ciclismo, que sumaban medallas y más medallas.
En la pedana Silvio Fernández perdió ante el norteamericano Seth Kelsey, un combate donde nunca pudo descifrar la guardia ortodoxa del estadounidense, llenándonos a todos de tristeza porque muchos habíamos visualizado un combate entre dos venezolanos por la disputa de una presea.
Mientras, Rubén seguía imparable combate a combate, su concentración era extraordinaria, su mente puesta en su objetivo y este cada vez más cerca. La ciclista inglesa favorita para llevarse la presea en el Keirin se convierte en la preferida por miles de fanáticos que se aglomeraron en las puertas del Velódromo para verla, tocarla o llevarse una fotografía con la emblemática heroína de la pista, para los ingleses.
Lo demás marcó esta historia, una limosina de último modelo se detuvo entre los ciudadanos y la ciclista, la cual abordó rápidamente el vehículo para dirigirse al Palacio donde sería agasajada por la realeza del país anfitrión.
Rubén, por su parte, logró derrotar al noruego Bartosz Piasecki en un electrizante final luego de estar cómodo durante todo el combate, donde el último punto parecía esconderse, sin embargo, ese punto llego para que el criollo se colgara la dorada.
Luego de todos los actos protocolares, del canto de nuestro Himno nacional por miles de venezolanos en todo el mundo, debían cumplirse las rutinas de dopaje. Todo medallista debe verificar a través de su orina el juego limpio, para ese momento donde Rubén debió cumplir con esa rutina obligatoria, sólo la prensa y muchos venezolanos se quedaron fuera del Excel (Escenario de la Esgrima Olímpica) esperando a Rubén. Las gaseosas, los jugos, el agua, no surtían efectos, sólo muchas horas después, ya con las luces apagadas, salió Limardo, no había vehículos, ni buses, se había quedado sin transporte, sólo con la compañía de amigos, compañeros, familia y algunos atletas.
En las afueras del velódromo de Londres, los fanáticos ingleses decepcionados por la poca atención de la estrella del ciclismo, se devolvieron en el único sistema de transporte cercano, el metro. Ese mismo transporte público, fue el que utilizó el medallista olímpico de Venezuela Rubén Limardo exactamente la estación del Parque Olímpico, junto a su equipo y decenas de venezolanos que lo acompañaron para celebrar esta hazaña.
El vagón dónde se subió Rubén ya estaba lleno, habían muchos seguidores del boxeo, los cuales venían de regreso de la competencia donde otro atleta británico, el de peso pesado Anthony Josue acababa de ganar su primera pelea.
Sin embargo, en muy poco tiempo, el vagón se convirtió en una verdadera fiesta, los ingleses veían a un medallista de los Juegos Olímpicos, no sólo eso, un medallista de Oro, en un vagón del metro, con su uniforme tricolor y su corona de laureles, su medalla y sonrisa la compartió con muchas personas, la medalla iba y venía de manos en manos, el trayecto de 30 minutos se convirtió en una verdadera historia para contar, Limardo no dijo no a nadie, pese a tener 15 horas de un día nada tranquilo pero colmado de alegrías.
A la mañana siguiente los diarios titularon: El campeón del pueblo, Limardo sube al metro tras ganar la medalla, Limardo en metro, ella en limosina, comparando la aptitud de su estrella del ciclismo con la del espadachín venezolano. Hoy 8 años después la recuerdo con cariño, con amor, la tomo como ejemplo para seguir adelante y continuar brindándole a todos nuestros atletas posibilidades para que continúen en la búsqueda de sus sueños, sin duda alguna, la medalla de Rubén junto a las otras 16 son vanguardia en nuestro deporte, por tal razón debemos recordarlas años tras año, para así tener en cuenta que nuestra patria es cuna de grandes proezas deportivas.