Por José Camejo Suárez
Prensa/Jabeando/30-08-2020.- Hoy amaneció de cumpleaños el doble excampeón mundial Jesús Rafael “Pantoño” Oronó, quien después de adelantar una carrera, muy exitosa, en el boxeo amateur, bajo la tutela de Freddy “Cochocho” Rengifo, logró ser el primer campeón mundial Súper mosca del Consejo Mundial de Boxeo, cuando el 2 de febrero de 1980 superó por decisión en quince rounds a Seung Hoon Lee en el Nuevo Circo de Caracas.
Son diversos los logros de Oronó en el boxeo, tanto aficionado como profesional y muchos los reconocimientos que ha recibido, como: Miembro del Salón de la Fama del Deporte Venezolano y el Premio al Buen Deportista Ymca, además de ser el único boxeador venezolano a quien le han construido una estatua, obra levantada en Pantoño, estado Sucre.
Para recordar un poco los antecedentes de este gran boxeador, y gran persona, vamos a reproducir un artículo publicado, en diciembre 2016, por Cruz Guzmán, en la edición del periódico impreso Jabeando Nº 14, página 8 donde relata el extracto social muy humilde de “Panoño” Oronó.
¡Felicidades campeón!
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María Hernández llevó a Oronó a Caracas a los 12 años de edad, ingeniándoselas para superar las alcabalas
Por Cruz Guzmán
Redacción Cariaco/Estado Sucre.- Salimos de Cariaco hacia Pantoño, tempranero, en la mañana, un trayecto en tiempo de unos 15 minutos, ambas poblaciones se encuentran en la misma parroquia Cariaco del Municipio Ribero del estado Sucre. Al llegar a Pantoño, casa de doña María Lourdes Hernández, nos encontramos en el porche, con su hijo Luis Hernández (Popularmente Guicho), quien dirige una humilde bodega de su propiedad ubicada a un lado de la fachada de la casa, con la que se sostiene la familia. Saludamos a “Guicho” de manera muy amena, inmediatamente, sabiendo de la amistad y cariño que nos une a su madre María, nos invitó a pasar de la manera más folklórica, “pasa adelante, pasa para allá, para la cocina, que mamá esta allá”. Al adentrarnos en la humilde y pintoresca vivienda, bien ordenadita y agradable, nos encontramos con doña María, quien ya venía a nuestro encuentro, nos dimos besos y un afectuoso abrazo. Doña María, luego de saludarnos, lo primero que hace es preguntarme “¿Y Oronó, que es de él, cómo está?, y luego exclama, “hay chico, yo siempre estoy pendiente de Oronó, salúdamelo, por favor de parte mía”.
Tratando de que hablara con el propio Oronó, busco el celular y empiezo a marcar su número, pero la señal estaba fatal y, a pesar de varios intentos durante el rato que estuve allí, no pude conectarme con Jesús Rafael.
Ya culminado el saludo y las preguntas de doña María, por la salud de Oronó, me invita a sentarme en el comedor, mientras ella se dirige hacia la cocina, de donde brotaba un sabroso aroma de pescado, pues estaba cocinando sardinas frescas y grandes, con tremendas arepas de maíz amarillo pilado, para el desayuno de quienes moran en la casa. Mientras cocinaba, le fui explicando el motivo de mi visita, solicitándole que me narrara, cómo fue aquello cuando ella se llevó para Caracas a Oronó o Chumba-Chumba, como cariñosamente le llaman en Pantoño desde niño.
Simultáneamente iba narrando la historia y preparando aquel suculento y grato desayuno. Empieza diciendo, “bueno Cruz, la cosa es que la mamá de Oronó se fue a trabajar a Caracas, para poder conseguir recursos y ayudar a la familia, Oronó quedó en Pantoño a cargo de su bisabuela, Elisa Oronó. Luego que ésta falleciera quedó con su abuela Lucrecia Oronó, “Maíta”, Oronó para ayudarlas vendía arepas, bollo, pescado, conserva en una totuma. En ese entonces vivía por la antigua calle principal de Pantoño, que era un poco más abajo de donde hoy es el centro del pueblo, porque esta comunidad creció de la parte agrícola hacia la carretera nacional, Troncal diez (10) No le gustaba ir a la escuela, porque veía a algunos niños con zapatos y ropita bien acomodada, él, como era muy pobre, usaba alpargatas y tenía que amarrarse los pantalones con tortó o cachipo” (Cordel hecho con la fuerte fibra de la mata de plátano) En eso doña María se ríe, y en forma jocosa expresa, “ese Oronó era muy ocurrente y tremendo, como no iba a la escuela y se la pasaba por el pueblo, siempre se agarraba mucho a golpes con los otros muchachos”. Ya para ese entonces, doña María Hernández, contando aproximadamente con 20 a 21 años de edad, también trabajaba en Caracas, venía cada dos o tres meses. Puesto que la casa de la familia de doña María, en ese tiempo quedaba aledaña a la de la familia de Oronó, cada vez que volvía, Oronó le decía, yo me quiero ir con usted para Caracas, para ver a mi mamá, pero no se lo llevaba, hasta que en una oportunidad le dijo muy decidido, “la próxima vez que venga, yo me voy a ir con usted para Caracas”.
En otra de esas oportunidades retorna doña María a Pantoño y, Oronó estaba muy pendiente. Para esa época no había terminal de pasajeros en Cariaco, ni alrededores, por lo que un señor le hacia los viajes. Pues el día que llegó el vehículo para llevar a doña María hacia la capital de la república, inmediatamente apareció “Chumba-chumba”, con una bolsita en la mano, donde llevaba un pantalón y una camisa, mientras él iba ataviado con un pantaloncito amarrado a su cintura con tortó (Carecía de correa), una camisita más o menos y de alpargatas, doña María se llenó de valor y lo montó en el carro y arrancaron a la gran ciudad.
A pesar de que Oronó tenía unos 12 años de edad, no contaba con documentación de identidad alguna, así que, cada vez que pasaban por alguna alcabala o punto de control en el trayecto, doña María Hernández, le decía a Oronó, que posara la cabeza en sus piernas y se hiciera el dormido, mientras ella le colocaba un paño en la cara, fue así como logra el futuro boxeador y campeón mundial llegar a la capital, Caracas. Hace doña María, un paréntesis en su narración y llega el momento de servirle el desayuno a su hijo “Guicho”, un plato cargado de sardinas frescas fritas y tremenda arepota de maíz pilado, que a cualquiera le hace la boca agua, al tiempo que “Guicho” y su madre, me dicen, “Cruz, tú también vas a comer, ahí te estamos apartando tu parte”, por supuesto que les dije que estaba bien, pero al finalizar la entrevista, para disfrutar de tan atractivo y apetitoso desayuno.
Mientras doña María entrega el alimento a “Guicho”, aprovecho para tomarles unas gráficas con plato en mano y mientras remueve el pescado en el caldero, reiniciamos la narración, y nuestra protagonista refiere que, ya en la capital, agarrando a Oronó por la mano fue derechito y lo llevó a su comadre María Oronó a su residencia en la Parroquia La Vega, quedando la progenitora de Oronó sorprendida, pero muy contenta, ante aquel sorpresivo encuentro con su hijo, al cual tenía mucho tiempo que no veía. Durante mucho periodo, cuando vivían y trabajaban en Caracas, la casa de la mamá de Oronó, en La Vega, fue el lugar de reencuentro de los pantoñenses más allegados. Allí, doña María Hernández, en su único día de descanso a la semana, el domingo, pasaba ratos gratos y siempre pendiente de quien años más tardes, dejó bien parada a Venezuela a nivel internacional en el boxeo amateur, desde la selección nacional en los ensogados de muchos países del mundo, acaparando campeonatos y preseas para su patio, pero aún más, al saltar al boxeo rentado, convirtiéndose en el primer Campeón Mundial Súpermosca y quien, hasta ahora, ha conquistado tal corona dos veces y el único que ha ganado una pelea y diadema universal con una sola mano.
Debemos recalcar que cuando Oronó fue elegido para recibir el Premio Buen Deportista Ymca de Venezuela, año 2013, le informamos a doña María Hernández, que viajaríamos a Caracas para entregarle a nuestro paisano una placa de reconocimiento por parte del Municipio, además de acompañarlo en dicho acto, doña María, tan noble, tan pendiente de Oronó y el gran cariño que le une a él, le mandó unos kilos de chorizos, que ella misma preparó. En el evento, se lo dijimos a Oronó por los micrófonos, más o menos así “Oronó, la señora María Hernández, una de las culpables de que tú llegaras a ser Campeón Mundial, quien te trajo a Caracas, te mandó unos kilos de chorizos, que te lo vamos a entregar al salir de aquí”, bueno, a Oronó se le aguaron los ojos y aquello causó un grandioso aplauso por parte de los que estaban presentes. Por cierto que, a mi esposa, Norma Ribero y a mí, al bajar del escenario, se nos acercó María Teresa Chacín (Quien también recibiera premio en cultura) y nos dijo, “ustedes los de Cariaco y Pantoño, son únicos, originales, tan folklóricos, es algo bello”. Doña María Hernández, como siempre, aprovecha de enviarle este mensaje: “Oronó mi hijo, Dios te bendiga, te cuide, te llene de salud, cuídate mucho, te deseo todo lo mejor, con mucho cariño, Dios te acompañe siempre, de parte mía, un beso y abrazo, te mando mi número de teléfono para que me hagas una llamadita, para escucharte hijo, y espero que vengas pronto a visitarnos a tu querido Pantoño”.
Dedicamos este humilde trabajo principalmente a Doña María Lourdes Hernández, quien de una u otra manera con su atrevimiento de llevar a Jesús Rafael “Pantoño” Oronó, a Caracas, no sabía que estaba contribuyendo a forjar uno de los mejores campeones mundiales de Boxeo del Municipio Ribero, del Estado Sucre y de Venezuela para el Mundo, para el propio Rafael “Pantoño” Oronó (Maíta o Chumba-chumba), a su “Maíta” Lucrecia Oronó, su bisabuela Elisa Oronó y al humilde pueblo de Pantoño.