Boxeo en la literatura: «Campeón del mundo»(Sexta Entrega)

Por Paul Morand
Resumen: Oscar Borges Prim / Presidente C.I.B.

Prensa/CMB/Jabeando/17-02-2021.- La obra inicia describiendo a dos púgiles ya sobre el ring, Frankz Unger, sudafricano de 178 libras y, Jack Ram, norteamericano, campeón del mundo, de 184 libras. Así lo indicó el anunciante del combate, el cual se celebraba en el Madison Square Garden de Nueva York.

El combate comienza con el saludo desconfiado y celoso de los púgiles en el centro del ring, al sonar el gong -el equivalente a la campana en nuestros días- luciendo, ambos, pantalones blancos y guantes negros, ante unos 100 mil fanáticos que, acudieron a ver la contienda.

Se hace mención a, cómo lucían los púgiles ante las cámaras de TV, ya que como recordaremos, la televisión en blanco y negro se había inventado en 1926, por el ingeniero John Logie Baird, de modo que, razón tiene el autor para hacer referencia a esta invención en su narración.

El sudafricano muy timorato de lanzar golpes y celoso de su defensa, mientras que, el americano abría el juego del combate tratando de flanquear la guardia de su oponente. Parecía buscar desde temprano la culminación del evento por knockout.

Ya en el tercer asalto, Unger, el sudafricano, pasó del rosa pálido al violáceo, enrojeciendo incluso las cuerdas blancas de donde se sostenía su humanidad, ante los embates del campeón. Lucía bastante lastimado y sangraba profusamente. Era evidente que la pelea hasta ese momento, era dominada totalmente por el norteamericano.

Según el narrador, cuando sonaba el gong -ya descrito como el equivalente a la campana de hoy- se percibía en las esquinas, los olores a vinagre y alcanfor, sustancias en ese momento permitidas, para la reanimación de los púgiles. En la actualidad, solo es permitida el agua para la rehidratación de los mismos.

En el transcurso de los asaltos, Ram parecía por un momento adormecido en la esquina, quizás también un poco agotado por el castigo administrado en contra de Unger, sin embargo, su manager Müller le animaba y alentaba en la esquina. Del otro lado, en la esquina de Unger, el escenario era totalmente distinto, se observaba mucho sangrado por parte de este boxeador.

Al reiniciar las actividades, Ram golpeó al sudafricano llevándolo contra las cuerdas, haciéndolo rebotar como a una pelota de tenis que da contra la red, Unger cayó a la lona con los brazos extendidos en el piso como un Cristo y luego del conteo del referee, se levantó a la cuenta de ocho (8). Así transcurría el final del 5° asalto.

Iniciado este – el 5° asalto- el sudafricano titubeó, se protegía la mandíbula como si le dolieran las muelas, en tanto, en este 6° asalto, el gong volvió a salvar a Unger, quien cayó desplomado sobre el taburete de su esquina. Al sonar el gong, marcando el inicio de lo que debió ser el séptimo (7°) asalto, la esquina del sudafricano arrojó la esponja, el equivalente a arrojar la toalla el día de hoy, todo lo cual generó protestas y abucheos de parte del público, e hizo que se subieran al ring las autoridades que cubrían el evento, sin obviar la gente de los medios de comunicación.

Se decía que Ram había hecho trampa, que tenía yeso en el vendaje, piedras en los guantes, incluso se llegó a decir que tenía una herradura en los mismos, al estilos de los cómics de la época.

En tanto, un anunciante por los altavoces indicó que la situación sería revisada y que la decisión se anunciaría a la media noche. Siendo así, el Madison Avenue se encontraba enmudecido, todo el Times Square estaba silente, a la espera de la esperada decisión.

«Uno de los mayores escándalos en la historia del boxeo», «Diez mil dólares en destrozos en el Madison Square Garden», eso era lo que anunciaban los medios de comunicación.

A las 12: 02 p.m., se dio la noticia: «Comisión de Boxeo de Nueva York declaró el combate nulo». Se comentó que luego de una breve investigación, «Ram era inocente, su manager ha confesado, fue él quien trucó los guantes».

Sin embargo, al parecer esta noticia y decisión de los jueces llegó muy tarde, pues ya otros diarios de la época reseñaban la siguiente noticia: «Trágico fin de un campeón, a la salida de un extraño combate, que se celebró anoche en el Madison Square Garden. Jackie Ram se ha suicidado en un taxi, la decisión de los jueces llegó demasiado tarde».

Concluye así la narración del escritor, que nos deja como reflexión que: “Lamentablemente siempre existirán esos personajes inescrupulosos que quieren manchar el buen nombre del deporte, pero en la medida que seamos más los honestos y honrados, esas personas y esas conductas irán desapareciendo». Oscar Borges Prim.

Paul Morand (París, 1885-1976) fue un diplomático, novelista, dramaturgo y poeta francés, considerado un temprano modernista. De acuerdo con la reseña del autor -en la obra- Morand estudió Derecho, actuó siempre como diplomático.

Tuvo fama de hombre elegante, simpático y mujeriego. Amante de los viajes. Escribió muchísimas crónicas. Y publicó novelas, relatos cortos, poesía, teatro y ensayos. Fue amigo de las celebridades en arte, letras y política de su época. Gran aficionado al jazz.

Su obra tuvo siempre un sello muy personal, por lo que ninguna moda pudo influir sobre ella. Entre sus títulos más destacados figuran: Venecia, Tiernas mercancías, El aire de Chanel.

El presente relato se ha tomado de Ocho combates de boxeo. La rosa de los vientos. Ediciones PAL-las, Barcelona. 1943, traducción de Fabricio Valserra, páginas 81 a la 90, ambas inclusive.

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