Prensa/CFC/Jabeando/Deportivas/20-03-2021.- En medio de una pandemia y ante la incertidumbre por cualquier positivo en la plantilla, una baja inesperada por parte de algún compañero puede significar la oportunidad que tanto esperaba un joven de 18 años que aún no había debutado con el primer equipo. Ya venía trabajando con el grupo desde hace varios meses y fue tomado en cuenta para realizar la pretemporada en La Guaira, pero hace una semana Manuel Sulbarán (08-10-2002, El Vigía, Mérida) no se hubiese imaginado que jugaría ante Junior en Barranquilla por Conmebol Libertadores.
“Me enteré porque muchos de los jugadores me habían dicho. Que debía prepararme mentalmente e incluso Jeferson (Martínez) me decía que me acordaría de él, porque me decía que me llevarían a Colombia para jugar. ‘Tienes que estar activo hermano’ me decía”, comentó Sulbarán al recordar el gran compañerismo que existe entre los jugadores que han crecido juntos en el club.
Si bien es cierto las palabras de los compañeros levantaron una sospecha en él, la confirmación de la noticia llegó por un mensaje de su representante. “Me escribió mi representante y me puso ‘Buen viaje’ en un mensaje. Me dije ¿Y eso? Le respondí ¿Por qué? Y allí me dijo ‘porque vas a viajar a Colombia con la primera’. Al principio no creía, pero después que vi la convocatoria estaba súper emocionado. No quería ni dormir. Quería que se oficializara para poder llamar a mis padres y contarles”, recordó emocionado Sulbarán, quien llegó al club hace casi cinco años.
Sin bromas en el viaje, ni sesiones de karaoke en la noche anterior porque ya se habían hecho durante la pretemporada en el club Puerto Azul, las horas en territorio colombiano fueron tranquilas según recuerda. Aunque a medida que se acercaba el momento del partido los nervios fueron apareciendo.
“Desde el inicio del partido, Luis Casiani, Javier Maldonado, Julio Da Silva y Luis González me decían que me preparara porque iba a jugar. ‘Vas a debutar y lo harás a lo grande’ me decían para darme ánimos. Estaba contento pero a la vez muy nervioso. Antes del partido incluso hablé con mi mamá (Lisbeth Solano) para hablarle de mis nervios y me dijo que me relajara, que lo dejara todo en manos de Dios porque todo me iba a salir bien, porque ella sabía que así fuese unos minutos me iban a dar y que estuviese relajado en ese tiempo que estaría en el campo. Que jugara como yo se jugar”, relató el chamo del Vigía.
Las palabras de la madre lo calmaron pero fue inevitable calentar a un costado de la cancha observando el juego de reojo. Con la oreja levantada esperaba el tan ansiado llamado del profe. Hasta que de repente se dio. “’Sulbarán ven’, allí salgo corriendo, me quito el chaleco y lo escucho ‘No quiero que hagas lo que te pido (en los entrenamientos), que juegues uno-dos ni nada de eso, esta vez quiero que hagas lo que tú sabes hacer, que encares hacia adelante. Vamos mi muchacho, sé que puedes’, eso fue para mí las mejores palabras que me pudieron haber dicho antes de entrar”, resaltó emocionado.
“Como cualquier juvenil que está por debutar tienes muchos nervios. Más porque los muchachos confían en ti y tu entorno tiene los ojos fijos en ti; por eso quizás estaba muy nervioso. No me sudaban las manos ni tampoco fue que me temblaran las piernas, pero si sentía algo por dentro, me surgían preguntas como ¿Si hago algo mal y el profe se molesta?, pero gracias a Dios el poco tiempo que jugué me salió todo bien”, rememoró.
Una vez cruzó la línea blanca que delimita el terreno de juego los nervios se fueron. Los 15 minutos que aproximadamente participó del partido buscó la pelota, encaró hacia el frente cuando la tuvo y cuando el juego estaba en pausa le daba chance de conversar con jugadores del equipo contrario. Hasta que se dio la jugada que siempre recordará cuando retroceda la película de su vida: provocar el penal y pedir la pelota para cobrarlo.
“A lo mejor fue la emoción del momento o el querer demostrarle al profe que yo podía estar allí. Me aceleré, encaré, me dieron la patada y me tumbaron, pero al instante me paro de una vez, miro al profe Chita y le grito que quería cobrar el penal, que lo iba a patear yo. Después llegó “Kaki” (Carlos Rivero) y me dijo ‘estas loco’. También llegó Samson, comenzó a hablar y obviamente hay que entender que primero están ellos. Después en el camerino “Kaki” me felicitó por el gran debut y que muy pocos jugadores tienen la personalidad que tuve yo para pedir un penal”, recordó con detalles.
Desafortunadamente el Caracas no pudo pasar a la tercera fase de la copa y la alegría no fue completa. Pero aquel chamo que comenzó a jugar fútbol a los cinco años de edad en la escuela Alberto Adriani de El Vigía, aconsejado por una vecina que invitó a su padre (Martín Sulbarán) que lo metiera a practicar algún deporte ya debutó a nivel internacional.
Habla del Caracas con una pasión única. Se conoce la historia del club y comparte con los miembros de la barra del equipo, por lo que su objetivo a corto plazo es triunfar con el club de sus amores. “Hoy pienso y sueño como cualquier otro jugador. En este momento quiero defender el escudo que más amo y luego estar con la selección para finalmente jugar en el extranjero. Ese es el sueño de cualquier futbolista del mundo”, concluyó Manuel Sulbarán.