Por José Camejo Suárez
Prensa/Jabeando/14-04-2021.- Con razonable preocupación, el exboxeador venezolano Julio César García Cedeño, expresa la angustiante situación que viene confrontando desde hace 4 años, cuando lo autorizaron para ocupar, un pequeño espacio en las instalaciones del Instituto Nacional de Deportes en Montalbán, Caracas, para residir con su grupo familiar, esposa y tres hijos de 10, 5 y 4 años de edad.
“En el ministerio del deporte amenazan con echarnos a la calle y no darnos solución al problema de la vivienda que hemos venido solicitando ante el Ministerio del Poder Popular y Habitat mediante correspondencias enviadas al ministro de hábitat y vivienda Manuel Quevedo en 2016 y también al actual ministro Hildemaro Villarroel en 2018”, apuntó García Cedeño, cuando lo amenazan con desalojarlo junto con su grupo familiar del espacio que habita.
“Yo quisiera hacerle un llamado al mismo presidente de la República para que atienda mi situación ya que temo por la seguridad de mis hijos porque nos quieren echar a la calle sin importarles el momento difícil que vive el país con esta pandemia, estuve trabajando un tiempo aquí como seguridad y también me despidieron de ese cargo sin ninguna justificación y ni siquiera me pagaron mi tiempo de arreglo, he tenido que hacer de todo para sostener a mi familia en estos tiempos tan difíciles y también se rumora en esta institución que el gobierno me ayudó con una vivienda de la misión y que yo la vendí cosa que es totalmente falso”, comentó el exatleta, al enfatizar que ha tenido que lidiar con humillaciones y atropellos.
Tal vez, en el Ministerio del Deporte, ignoran que Julio César, según constancia emitida por la Federación Venezolana de Boxeo, fue miembro de la Selección Nacional de Boxeo desde 1987 hasta 1990 cuando representó gloriosamente a Venezuela en Los Primeros Juegos Panamericanos de Barquisimeto de 1987. En el Campeonato Mundial Juvenil celebrado en el Estadio Roberto Clemente de Bayamón Puerto Rico en 1990 y en el Campeonato Sudamericano celebrado en Manabi, Ecuador en 1990.
Es muy deplorable atisbar que el venezolano, una vez que pasa a retiro, no cuenta con el apoyo necesario para vivir dignamente acorde con el rol que desempeñó durante los mejores años de su vida útil.