Por Mauricio Sulaimán / Hijo de José Sulaimán / Presidente del CMB
Prensa/CMB/Jabeando/29-12-2021.- Esta es la última columna de 2021, un año que quedará en la memoria de la humanidad como uno de cambios drásticos a nuestra manera de vivir, uno que nos ha traído esperanza de seguir adelante y lleno de enseñanza para ajustarnos a todo lo relacionado a nuestra manera de interactuar con los demás, con nuestros seres queridos y con uno mismo.
Para mi fue un año lleno de satisfacciones tanto a nivel profesional como personal pero hubo un suceso que me ha llegado a lo mas profundo y deseo compartir esta vivencia pues es algo que ha afectado tanto a mi esposa, a mi y sobre todo a mi hijo menor.
Es una realidad que derivado de mi ocupación debo de viajar constantemente, vivo con un ritmo diferente, horarios inexistentes y por lo mismo estoy ausente en la rutina familiar, es ahí donde mi esposa ha hecho una labor maravillosa para estar al pendiente de todo lo relacionado a nuestros hijos. Todo lo relacionado a las escuelas básicamente recae en ella. Así fue como yo crecí también, con mi mamá al frente de la rutina familiar mientras mi papá salía a conquistar el mundo en su ramo.
Cuando llegó la pandemia y el encierro inminente en marzo de 2020, inició un proceso muy complicado para todos en el mundo. Nadie estaba preparado para un cambio tan radical en la manera de hacer las cosas. Las oficinas cerraron y todos tuvimos que aprender a trabajar de manera remota y a usar tecnología para lograr continuar con nuestra vida aunque fuera parcialmente efectivo. Nadie sabía cuanto iba a durar, existía gran incertidumbre y fuimos exigidos constantemente al enfrentar situaciones complicadas, pérdidas de seres queridos y amigos, crisis en todos los ámbitos y una angustia continua.
Esto mismo sucedió en todo lo relacionado al sistema de educación. Las escuelas tuvieron que implementar sistemas educativos desconocidos, implementar clases en linea y así dio inicio a un proceso complicadísimo para los maestros y supervisores, para los padres de familia, pero principalmente para los estudiantes .
Niños y niñas tomando clases en un aparato, aprendiendo un sistema nuevo , con complicaciones de conectividad a internet, con distracciones en casa, aprendiendo al mismo tiempo que los profesores a tratar de salvar el proceso educativo. En casa, sin poder salir, sin convivir con sus compañeros, sin tener los ciclos normales de un día y obligados a estar frente un aparato durante largas horas.
Mi hijo menor logró sobreponerse de complicados problemas en este sistema educativo y una evidente depresión. Aceptó apoyo adicional de una tutora escolar, empezó a entrenar boxeo con su primo y dio un maravilloso cambio para bien; bajó 11 kilos, encontró orden y disciplina y mejoró drásticamente sus calificaciones.
Finalmente, el regreso a clases! La vida se ajustaba a una nueva oportunidad de seguir adelante y retomar actividades que eran las únicas que conocían los estudiantes, ir a la escuela, convivir, estudiar y aprender a vivir. El entusiasmo de regresar, tras un año de ausencia, fue maravilloso.
Las escuelas tuvieron que implementar algunas políticas relacionadas a cuidados de Covid, lo cual era necesario y entendible.
Mi hijo no es ningún angelito, regresó a clases y se encontró con un grupo de amigos que al igual que él estaban llenos de energía y la indisciplina lo llevó a tener faltas. Ningún suceso de consecuencias, simplemente un joven de catorce años, inquieto y rebelde. Recibió reportes, fue suspendido y el tema fue atendido por mi esposa buscando los pasos a corregir la problemática, repito, en ningún momento se trató de alguna falla de gravedad.
Tras diecisiete años de formar parte de esta escuela, encontrando para nuestros tres hijos un instituto de formación académica, católica, social y moral, hemos experimentado un final abrupto y altamente decepcionante con relación a nuestro hijo.
La falta de sensibilidad a los tiempos complicados para un adolescente, tomando en cuenta lo antes descrito y experimentando el trato al que ha sido expuesto con un abuso de poder y autoridad. Hemos sido orillados a voluntariamente darlo de baja del colegio, cayendo en una serie de irregularidades e infracciones a la ley. Nuestro hijo ha sido expuesto por varios profesores, ante los demás alumnos, como un ejemplo de lo que puede suceder y ha sido ridiculizado, señalado y etiquetado.
Todo esto sucedió precisamente unos cuantos días antes de terminar el semestre, días antes de celebrar la Navidad. Sin tener la mínima consideración al efecto que esta decisión del instituto tendrá en un joven, sin considerar la compasión que la religión católica pregona como principio elemental de la existencia .
Nos mandaron a la calle sin procurar alternativas para salvar el año escolar de su ex alumno. El Instituto simplemente se dio por vencido y tiró la toalla, fracasó y encontró la salida fácil, encontraron a un niño como el culpable de su incapacidad de poder operar y administrar.
Nuestro hijo se va y con el se va un legado de lealtad, dedicación y entrega a lo que algún día fue. Nos vamos con la frente en alto a buscar un destino promisorio para un joven que necesita empatía, entendimiento y guía para enfrentar los padecimientos que nuestra juventud del presente requieren.
Hemos recibido infinidad de muestras de cariño y solidaridad de parte de compañeros y sus padres dándonos seguridad y posibilidad de cerrar este penosos capítulo de nuestra vida.
Somos una familia unida, familia de bien con valores y principios sólidos. De ninguna manera justifico las fallas de mi hijo y tomaremos las medidas necesarias para atender todos y cada uno de los temas que se deban de tratar con él. Lamento de sobremanera lo sucedido; Haremos, como familia, los ajustes necesarios para enderezar el camino de nuestro hijo, sus errores serán atendidos y su educación reforzada. Lo haremos con amor pero con firmeza y seguro estoy que formaremos un triunfador de la vida.
Es también una sacudida a mi persona, es necesario dedicar más tiempo a mi familia, a mi esposa y a mis hijos. Este será mi propósito principal para este 2022.
ANÉCDOTA DE HOY
Precisamente segundo de secundaria fue el año en que pasé por una crisis existencial de adolescentes. Dejé de jugar beisbol con la pasión que siempre tuve y en la escuela tuve materias reprobadas. Mi mamá fue citada a la escuela pero coincidió con que mi papá estaba en México . “Vieja yo voy, dame la oportunidad de atender esta situación», y así fue que mi papá asistió a la reunión con la directora de la secundaria. Regresando a casa mi papá fue firme y le confirmó a mi mamá su decisión …. “Mauricio no irá al campamento de beisbol de verano, ya lo cancelé, tendrá clases privadas durante todo el verano y aprobará los exámenes extraordinarios” …. Así fue, y sentí un gran alivio al dar vuelta a mis problemas, pero mas al haberlo hecho bajo la supervisión de mi papá.