Recordando a “El Más Grande”

Por Jesús Cova

Prensa/AMB/Jabeando/1701-2022.- Hoy se cumplen 80 años del nacimiento, en Louisville, Kentucky, de Cassius Marcellus Clay, desde 1967 conocido como Muhammad Ali, “El Más Grande”, como se autonombraba y lo nombraban los aficionados, millones de los cuales sostenían que él es el mejor peso completo que haya estado sobre un ring en más de siglo y medio de boxeo, y en ese juicio incluían a las leyendas Jack Johnson, el primer negro campeón mundial de todos los pesos (1908-1915) y al ”Bombardero de Detroit”, Joe Louis (aunque nació en LaFayette, Louisiana), rey por 11 años y 8 meses en la categoría reina, entre 1937-49, un récord que se mantiene y una también vigente marca de 25 defensas de la corona.

En esta nota recordatoria de quien es tenido por el más conocido, carismático, irreverente, promocionado y popular deportista del siglo XX —amado y odiado, en mayor proporción por los primeros—intentaremos la nada fácil tarea de desglosar los más relevantes hechos que signaron el tránsito terrenal de quien tendría ahora 80 años de edad, un atleta singular e irrepetible, un personaje que trascendió más allá del común y que fijó su nombre para siempre en los anales de la historian del deporte universal.

Dijimos de él, en otra ocasión, que tuvo una existencia plena de momentos singulares, tanto en el ring como en el papel de ciudadano. En este último se distinguió por su incansable lucha en defensa de los derechos civiles de sus compatriotas afroamericanos y del resto del, al igual que de los creyentes del islamismo, religión que asumió y reveló profesar al día siguiente de su triunfo sobre Sonny Liston, cuando ganó por primera vez el título de los pesos completos el 6 de febrero de 1964 en el Convention Hall de Miami Beach.

NADIE ANTES NI DESPUÉS DE ALI

Lo hemos dicho, con ligeras variantes, decenas de veces antes de hoy. Ali poseía los dones de una pasmosa velocidad de piernas y de manos, virtudes nunca vista en ningún peso completo del pasado, y con características boxísticas no vueltas a ver en otro, dueño de una portentosa conformación física repartida en 191 centímetros de estatura, desde sus inicios fue considerado por los entendidos como un peleador excepcional, a más de poseer una avasallante personalidad que no tuvo, ni tiene hoy, parangón alguno en la disciplina de las 16 cuerdas.

Antes de él, ningún boxeador se había atrevido a pronosticar el round en el que acabaría con el enemigo, ni tampoco nadie como él hablaba tanto y sin pausas. Nadie había cobrado lo que él por su trabajo ni nadie antes de él, ningún peso completo había obligado a los promotores a pagar lo que consideraba justo ni se había movido en el encordado con los brazos a los costados, bailando con alegría y desenfado, mirando al rival de soslayo y desafiante, casi con burla.

Tampoco ningún otro peleador de la máxima división se había movido con el donaire, la gracia, celeridad y el encantamiento para el colectivo con la que él lo hacía. Ali, el que picaba como una abeja y flotaba como una mariposa (una ocurrente descripción de su entrenador asistente Drew “Bundini” Brown), elpúgil que partió en tres las épocas del boxeo: antes, en y después de él.

DOS ENCUENTROS INOLVIDABLES

De nuestros días de reportero recordamos que le vimos de cerca por primera vez en 1971, rodeado de curiosos y de periodistas, en la sala de estar del aeropuerto internacional “Simón Bolívar” de Maiquetía. Había venido en el rol de invitado especial para la pelea en la que el mirandino Vicente Paul Rondón ganó la faja semicompleta AMB con un KO al estadounidense Jimmy Dupree, el 27 de febrero de aquel año en el Nuevo Circo.

Miraba como con curiosidad y con ojos vivaces a quienes le rodeaban. Habló mucho menos de lo que se esperaba de él. Hiló unas pocas palabras, obviamente fastidiado y cansado del viaje de unas 4 horas. Casi nada dijo acerca del boxeo.

Cuatro años atrás había sido despojado del título por negarse a formar filas en el ejército de su país para ir a la guerra en Vietnam. En Maiquetía repitió que era un hombre pacífico, que odiaba la guerra, que no tenía nada en contra de los vietnamitas y que no pelearía con ellos. Reiteró lo dicho antes en cuanto a que ningún vietcong “me ha llamado negro. Mi religión es la paz”, frase con la que titulamos la nota publicada en el diario para el que trabajábamos.

Trece años más tarde le vimos de cerca de nuevo. Decenas de curiosos le rodeaban, curiosos, y le veían como a un animal de circo o como a un payaso triste. Sombrío, lánguido, mustio, mansamente sentado en el salón de entrada de un hotel de Las Vegas. Para aquel tiempo ya estaba fuera de los afanes del ring. Unos pocos meses antes había sido diagnosticado como paciente de Parkinson. Miraba, sin ver, a las personas a su alrededor con la mirada perdida, en el vacío, desaparecido el fuego que emanaba de él unos años atrás, apagado, lento de movimientos, respondiendo a medias –aquel que tanto había hablado–, balbuceante y cabizbajo, a las preguntas que le llovían sin parar. Era aquella una sombra gris del Muhammad Ali de 1971. Sentimos, por Dios, un inmenso sentimiento de pena que nos acompañó hasta nuestro regreso a casa. Escribimos luego una larga nota que titulamos “Una lágrima por Ali” que anda por allí, en algún rincón de nuestros viejos recortes.

UN BOXEADOR LLAMADO CLAY…

El mundo del deporte y del boxeo supo, por primera vez fuera de Estados Unidos, que había un boxeador llamado Cassius Clay cuando en 1960 ganó la medalla de oro semipesada en los Juegos Olímpicos de Roma con victorias sobre el belga Ivon Beacus, el ruso Gennady Shatkov, el australiano Tony Madigan y el polaco Zbigniev Pietrzykowski, por KO en la primera y decisiones claras en las otras tres.

Después de ganar seis títulos nacionales, el primero a los 14 años de edad, dejó el campo aficionado con balance de 137 triunfos y 7 derrotas. Ese mismo año de 1960, el 29 de octubre, saltó al profesional al amparo de un grupo de empresarios de Louisville y venció a Tunney Hunsaker para no detenerse hasta recibir su primera oportunidad por la corona el 15/2/64 frente a Sonny Liston.

Contaba 22 años y un mes y hablaba sin parar. Se le tenía, la prensa y la afición, “por un loquito parlanchín” que inexorablemente sería masacrado por el recio pegador que era el campeón. Todos se equivocaron. Listón se quedó sentado en su rincón en el 6° y Clay—que estuvo a un tris de abandonar poco antes del final, casi ciego por una urticante pérdida de visión presuntamente por una sustancia en los guantes del rival- dio saltos en el ring sim dejar de decirle a gritos a los periodistas y a todos que se tragaran sus palabras, que él era “El más grande” y “el más bello”, el dueño del mundo, el mejor de todos los peleadores en el globo terráqueo…

En la revancha el 25/5/66, Liston se desplomó en el primer asalto por “un golpe fantasma”, dijeron los cronistas. El video en cámara lenta probó que en efecto una derecha de Clay despedazó a Liston, “El Oso Feo” como lo bautizó burlonamente el jovencito de Kentucky, que al día siguiente de aquel su primer triunfo sobre Liston dijo que era un creyente del Islam, que su nombre era Muhammad Ali (El Amado de Dios), que Cassius Clay era un nombre de esclavo y que nunca más lo llamaran Clay. Más tarde, en abril de 1967, se negó a dar el obligado paso al frente al ser llamado a formar filas y un tribunal lo despojó del título, lo condenó a pagar una multa de unos 5 mil dólares y se salvó por poco de cumplir una condena en la cárcel.

UNA BICICLETA ROBADA LO LLEVÓ AL BOXEO

En retrospectiva agreguemos que aquel jovencito llamado Cassius Clay llegó por azar al boxeo a los 12 años cuando un pilluelo le robó una bicicleta. El muchachito hizo la denuncia del robo a un policía de nombre Joe Martin, quien le aconsejó aprender a boxear antes de encontrarse con el ladrón. El niño Cassius Clay atendió el consejo que sería el punto de partida para quien años más tarde hizo historia, una de las más sorprendentes y brillantes para el boxeo.

La afirmación anterior queda probada con los siguientes hechos: Es el único en ser campeón mundial de todos los pesos en tres ocasiones (1964,74 y 78); campeón lineal indiscutido en 1964,67 y 74; 4 veces campeón AMB en 1964, 67, 74 y 78. Entre las distinciones recibidas se cuentan la medalla Martin Luther King, otorgada en 1970; la exaltación al Salón de la Fama de EEUU e Internacional de Canastota en 1983 y 1990, respectivamente; Rey del Boxeo, por el Consejo Mundial y Deportista del Siglo XX para la cadena BBC; seis veces Boxeador del Año para The Ring Magazine, entre otros incontables reconocimientos, como el de ser incluido entre los 20 ciudadanos más influyentes de los Estados Unidos.

UN BOXEADOR LLAMADO ALI…

Como Muhammad Ali hizo otras siete defensas, la última contra Zora Folley. En abril de 1967, como dijimos, se negó a formar filas paran ir a Vietnam y fue despojado del título.

Regresó al ring 3.1/2 años más tarde y luego de batir a Jerry Quarry (KOT3) y al argentino Oscar “Ringo” Bonavena (KOT15) perdió el invicto de 30-0 ante Joe Frazier, también imbatido, el 8 marzo del 71. Frazier se enrumbó hacia el triunfo con un gancho izquierdo que derribó a Ali en el 14°. Se paró atontado pero pudo terminar de pie los 15 asaltos. Los dos fueron a parar al hospital.

Tres años después el 30/10/74 dejó boquiabierto al mundo con un impactante e inesperado KO a los 2:58 del 8° sobre el invicto y favorito George Foreman (40-3-0, 37 nocauts) en Kinshasa, Zaire, hoy República Democrática del Congo, por las fajas AMB y CMB, en una madrugada africana del 30 de octubre de 1974, un combate visto por TV en Estados Unidos y otras ciudades del orbe por unas 300 millones de personas.

Entre seis de sus otras grandes peleas se distinguen también 3 contra Joe Frazier y otras 3 frente a Ken Norton. De Frazier tomó desquite por decisión unánime del revés del 8 de marzo del ´71 en el Madison de Nueva York y lo superó por segunda vez a las 10:45 de la mañana del 1 de octubre de 1975 en Ciudad Quezón, Metro Manila, Filipinas, en una de las más dramáticas peleas de la división que el mundo recuerde. Previamente Ali irritó y sacó de sus casillas a Frazier llamándolo en mofa de muchas maneras, como “feo, desabrido y estúpido”, entre otros insultos.

Smokin” Joe, rey del gancho zurdo, no pudo salir para el round 14, exhausto, mientras en la esquina opuesta Ali también se veía moribundo. Es rigurosamente verdadero que si Eddie Futch, entrenador de Frazier, no hubiera parado el combate a su pupilo, Ali, que ya no podía más, lo habría hecho con la anuencia de su entrenador de toda la vida, Angelo Dundee.

Un par de días después Ali se volcó en elogios para su tenaz contrincante. Dijo entre otras cosas que nunca había estado tan cerca de la muerte y que Frazier era “el mejor boxeador del mundo…después de mí”. Los dos tuvieron que ir al hospital, tal como en su primer enfrentamiento. Para los expertos, ese sangriento encuentro desgastó a los dos, que ya nunca más fueron los mismos.

Con Norton chocó tres veces, la primera el 31/3/73 en la que el exmarine le fracturó la mandíbula para apuntarse la decisión y la segunda el 10/9/73, dominada a los puntos por “El Más Grande”. Con Ali en defensa del cetro, se midieron por tercera vez el 28-9-76 y Muhammad se apuntó la victoria a los puntos en 15 tramos.

Ali tenía antes de eso defensas del cetro CMB contra el belga Jean Pierre Coopman el 20-2-76, a quien batió por decisión; con Jimmy Young el 30 de abril-76, ganada por DU; y el inglés Richard Dunn el 24 de mayo del 76 (KOT5). Después de Norton siguieron el uruguayo Alfredo Evangelista, 15-5-77, ganada por DU y Ernie Shavers, al que derrotó el 29-9-77. A continuación perdió sorpresivamente frente a Leon Spinks a los puntos, el 15 de febrero del ´78 y exactamente 7 meses más tarde tomó amplio desquite, la cuarta vez que ceñía la faja de la división, hecho inédito en la historia.

Cuando su cuerpo ya no daba más, por la edad y por el asomo del Parkinson (oficialmente diagnosticado en 1984) tocó a retirada. Lo hizo con marca de 56-5-0, 37 nocauts y 5 reveses, solo uno por KO, en 10 rounds, ante su exsparring Larry Holmes y vs. Trevor Berbick en octubre del 80 y el 11/12/81, respectivamente.

Para entonces el Parkinson ya comenzaba a hacer mella en su organismo. Quince años después del retiro se le concedió el honor de encender el pebetero olímpico de los Juegos de Atlanta en 1996. El 19 de julio su imagen patéticamente temblorosa, mostró en la pantalla de TV a un triste Ali con la antorcha aferrada por ambas manos, imagen que conmovió al mundo.

Luego de batallar por casi 32 años con el Parkinson, Muhammad Ali, “El Más Grande”, el peleador más popular de todos los tiempos, bajó la guardia en un hospital de Scottsdale, Arizona, el 3 de junio de 2016, a los 74 de edad.

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