Prensa/CMB/Jabeando/19–01-2022.- Naseem Hamed, nacido en Sheffield, Reino Unido, pero con raíces de Yemen, es uno de los peleadores más recordados de la década de los 90.
En la construcción de este fenómeno fue fundamental Brendan Ingle, un boxeador irlandés que tenía un gimnasio en Sheffield, en el que entrenaba a chicos de la zona. Allí y con él también se formaron Johnny Nelson, Junior Witter y Kell Brook, quienes también llegaron a ser campeones mundiales.
A Ingle recurrió en 1981 Sal Hamed, un comerciante yemení que llevaba más de dos décadas de residencia en Sheffield, para pedirle que enseñara a boxear a sus tres hijos menores, a menudo golpeados por los bravucones del barrio. Sal no sabía que el entrenador ya había visto al pequeño Naseem, de apenas 7 años, defenderse con una habilidad deslumbrante de tres muchachos que intentaban pegarle en el patio de la escuela a la que asistía.
Ingle se encargó de convertir en estrella a ese chico que había anunciado que sería campeón del mundo el primer día que pisó su gimnasio, el espacio que se convirtió en su segunda casa.
Ya como profesional, el “Príncipe” cautivó a muchos por su su excentricidad, su talento, su velocidad y desempeño que superaba a cualquier rival que se atrevió a desafiarlo en su mejor momento.
Naseem llegó a ostentar un récord de 35 victorias, 31 de ellas por nocaut, y cero derrotas. Su destacada carrera lo llevó a ser campeón europeo de peso gallo con apenas 20 años y luego fue monarca mundial de peso pluma.
Con su calzón de diseño de leopardo sumó fanáticos y detractores y, luego de firmar con Frank Warren, sus entradas al ring también comenzaron a ser excéntricas y potenció más su personaje.
La única derrota que tuvo fue en 2001 contra el mexicano Marco Antonio Barrera, quien logró descifrar su estilo.
Como reconocimiento a su carrera y sus logros como deportista, la República de Yemen emitió timbres postales con la imagen de Hamed.