Diana Sosa: Reinserción Social y Boxeo

Prensa/CMB/Jabeando/17-05-2022.- La psicóloga Diana Sosa ha destacado en el mundo del boxeo por su constante apoyo, compromiso y solidaridad, pero sobre todo por su trabajo con poblaciones vulnerables y con personas privadas de su libertad.

Debido a su amor por el boxeo, disposición constante y arduo trabajo, Diana también colabora con WBC University, institución liderada por la maestra Xochitl Lagarda, la cual tiene la misión de fortalecer, promover y dotar de conocimientos muy necesarios a la familia del boxeo.

Diana, desde la psicología deportiva y la psicología criminóloga y penitenciara, ha optado por hacer de este mundo uno mejor, utilizando también como herramienta fundamental el potencial del boxeo para transformar vidas a partir de los valores de la disciplina, trabajo y esfuerzo que emanan de este deporte.

Diana nos visitó hace unos días en la oficina del CMB y fue ahí donde pudimos dar cuenta de su pasión por el boxeo, pero sobre todo, de su amor a su profesión, pues a pesar de los retos más que evidentes, ella siempre respondió con una sonrisa y mucho cariño respecto a sus motivaciones que le han permitido brindar apoyo, contención y herramientas a una población que es constantemente relegada.

¿CÓMO SE FUERON FORMANDO TUS INTERESES PROFESIONALES?

Desde niña tuve muy claro a lo que me quería dedicar, siempre supe que mi camino estaba dirigido hacía la psicología criminal.

Mi mamá fue educadora y trabajó muchos años en un kínder que estaba muy cerca de la correccional de San Fernando. Desde niña yo dije voy a trabajar ahí” y justamente ese fue mi primer empleo.

Siempre lo tuve muy claro y siempre supe cuál era mi objetivo y a la fecha soy muy afortunada porque lo sigo cumpliendo. Dentro de las prisiones me di cuenta de que el comportamiento de las personas privadas de la libertad se puede modificar mucho por medio de actividades deportivas.

¿CÓMO LLEGASTE AL MUNDO DEL BOXEO?

Me gustó desde pequeña, aunque no lo practicaba. Fue hasta un día que me inscribí en el Gimnasio “Nuevo Jordán”. Cuando llegué a entrenar ahí, me di cuenta de que había muchos rostros familiares que había visto en la TV. Mis compañeros de entrenamiento eran Ana María Torres, Cristian Mijares, Judith Rodríguez.

Además de ser compañeros de entrenamiento, me di cuenta que eran muy amables, humildes y solidarios. Seres humanos y deportistas extraordinarios. Me encariñé de inmediato, el Mundo del Boxeo es muy noble.

Después me hice amiga de muchos managers, entrenadores y sabían que era psicóloga, de ahí me comenzaron a remitir pacientes boxeadores.

También ahora colaboro con la maestra Xochitl Lagarda en la WBC University. Es un proyecto muy padre, me siento muy orgullosa de ser parte de esta institución que promueve la salud física y mental del boxeador.

¿CÓMO FUE TU PRIMER ACERCAMIENTO CON POBLACIÓN EN PRISIÓN?

Fue más o menos por el año 2007, que ingresé a trabajar justamente a la Correccional de San Fernando, ahora se llaman Centros Especializados para Adolescentes. Mi primer acercamiento fue demasiado impactante porque en ese tiempo era un centro federal entonces había aproximadamente 800 adolescentes en ese centro y para mí era un mundo de gente.

¿QUÉ TE AYUDÓ A TOMAR LA DECISIÓN DE TRABAJAR CON ESTA POBLACIÓN QUE LA MAYORÍA DE LA SOCIEDAD RELEGA?

Pues finalmente por ahí hay una frase que yo siempre la llevo en mi cabeza. Es de Terencio y dice Nada de lo que es humano me es ajeno

Siempre entendí que muchas personas le huyen a trabajar a la cárcel y/o les da miedo. Hay mucho estigma, pero estando dentro, ya estando ahí, se me ha aclarado un poquito el panorama, en el sentido de
que todos somos seres humanos y todos merecemos segundas oportunidades. Hay gente talentosa con muchos valores, pero finalmente no se les da la oportunidad de ser escuchados.

Estas personas tienen muchas cosas que decir y que aportar también a la sociedad, porque finalmente siguen siendo parte de nosotros.

¿EN QUÉ MOMENTO TE DISTE CUENTA DE QUE EL BOXEO ERA UNA HERRAMIENTA IMPORTANTE EN TORNO A LA REINSERCIÓN SOCIAL?

He trabajado y he conocido muchas cárceles de la Ciudad de México y del Estado de México y por alguna razón aman el boxeo. Yo creo que el boxeo es el deporte favorito de los reclusorios y justamente es porque contrario a lo que se puede pensar del boxeo, no es un deporte violento.

Es un deporte que da muchas enseñanzas, que enseña constancia, paciencia, humildad, respeto al rival. Creo que es un deporte por excelencia reinsertor, porque el boxeo aleja a las personas de las adicciones.

Es uno de los deportes que yo amo y que es de los más completos. Este deporte va formando a una persona de manera integral y ayuda a que puede reinsertarse en la sociedad.

ACTUALMENTE TRABAJAS EN “REINSERTA”, UNA ORGANIZACIÓN NO-GUBERNAMENTAL QUE TRABAJA CON NIÑAS, NIÑOS Y ADOLESCENTES QUE HAN ESTADO EXPUESTOS A SITUACIONES TRAUMÁTICAS RELACIONADAS CON LA VIOLENCIA EN MÉXICO. ¿NOS PLATICAS UN POCO TU LABOR EN DICHA INSTITUCIÓN?

A través de un equipo multi- disciplinario desarrollamos algunos programas en varios centros. Intentamos proveer de herramientas que los chicos y chicas puedan desarrollar fuera y que pueden servirles para su reinserción.

Uno de estos ejes es el deporte, el cual lo adoptaron con mucho gusto. En el centro Quiróz Cuarón, un centro especializado de adolescentes les encantó la actividad del boxeo.

Son chicos que tienen sentencias largas, pero finalmente están realizando esta actividad con mucho gusto. La población penitenciaria, a diferencia de lo que mucha gente piensa, es una población muy agradecida siempre que se les lleva alguna actividad lo agradecen mucho y de corazón.

Estando afuera, de pronto no tomamos en cuenta muchas cosas y dejamos de agradecer lo maravilloso que es vivir. He vivido muchos casos que tengo pacientes personas privadas de la libertad, con la que hice conexión dentro y me los encuentro afuera y me saludan con mucho cariño y me platican lo que están haciendo, lo que han logrado.

La reinserción sí existe, a lo mejor en casos muy contados, pero si existe.

También me ha tocado escuchar las experiencias de personas que les duele, que la sociedad los etiquete y los estigmatice. Entonces, justamente por eso el trabajo que hacemos en Reinserta es ese: dotarlos de herramientas y potencial para llevar sus vidas fuera de prisión.

¿NOS PUEDES CONTAR UNA HISTORIA QUE TE HAYA MARCADO Y REGALARNOS UN MENSAJE FINAL?

Una historia que me marcó mucho, fue justamente en el reclusorio de Tepepan, donde conocí a una mujer que estaba acusada, y era uno de estos casos de personas que no deberían de haber llegado a reclusión y bueno, ahí se trabajó mucho el empoderamiento. Ella nunca había pisado una prisión, era una persona indígena que apenas podía hablar español. Tuvimos muchas sesiones ayudándola a empoderarse, porque tenía miedo hasta de salir de su estancia. Desgraciadamente estuvo mucho tiempo ahí dentro, pero conforme iban pasando los días ella se fue haciendo más fuerte. Aprendió a manejar una situación tan difícil que es perder la libertad, pero con otro tipo de actitud.

Al final ella tenía dos caminos: estar en la cárcel y sufrir, o estar en la cárcel y ser una mujer fuerte, empoderada, aceptando su realidad y viviéndola con valentía; y eso fue justo lo que hizo.

Ese caso me marcó muchísimo. Afortunadamente ella ahora des libre y este caso me ayudó a entender que la mujer y el ser humano podemos hacerle frente a todo. Somos resilientes y una situación no nos mata. Al contrario, nos hace más fuertes.

Todos somos seres humanos, todos nos podemos equivocar. Yo creo que lo más importante en esta vida es siempre ser empáticos y no juzgar. Siempre habrán cosas que que nos van a mover mucho y que no nos van a parecer, pero al final de cuentas siempre el ser humano es nuestro espejo más grande.

Nosotros no podemos decir: nunca voy a llegar a una prisión, nunca voy a dar ahí, porque la vida da muchas vueltas y podemos estar en una posición que de repente no sea favorable para nosotros. Yo creo que siempre todo lo que damos lo recibimos de vuelta. Siempre hay que tratar a las personas con el respeto que nos gustaría que nos trataran a nosotros.

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