Se midió a los mejores de su época / Acerca de Armando “Mono” Mendoza

*** Se formó en la cuadra de Ángel Edecio Escobar 

Por Félix Bizot/CNP. 14.149

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En esta gráfica vemos al “Mono ” Mendoza, al lado de su compañero de delegación el inmortal “Morochito” Rodríguez, en la escalera del vetusto gimnasio del Velódromo en La Vega

Prensa/Jabeando/28-07-2022.- Armando “Mono” Mendoza fue un boxeador de una clase muy especial. Perteneció al grupo de esos peleadores que no tenían ese don que en el boxeo es tan preciado, que se llama pegada. Sin embargo, Mendoza logró ganar, 9 peleas por nockout dentro de sus 17 victorias. Lo hizo, gracias a su boxeo preciosista y de gran calidad técnica. Mendoza logró clasificar para asistir a los JJOO de México en 1968 cuando apenas frisaba los 20 años. Y dentro de esa misma delegación estuvo también su compañero de cuadra Félix Márquez. Ambos entrenaban en el gimnasio improvisado bajo el puente 19 de diciembre sobre el Guaire, en la avenida San Martín. Todos bajo la atenta mirada del inmortal Ángel Edecio Escobar, quien a la sazón realizaba ese trabajo sin devengar ningún salario. Y hay que decir que esa práctica era muy común entre los entrenadores de boxeo de la época, quienes se defendían con los viáticos obtenidos en intercambios en programas boxísticos realizados a todo lo largo y ancho del territorio nacional.

El “Mono” Mendoza logró ganar en su debut (Pesó ligero) en México 68, pero su desempeño si bien le alcanzó para clasificar de 6to lugar ex aequo (En esa época no daban diplomas olímpicos como ahora se acostumbra a los 8 primeros clasificados), sin embargo, al igual que su compañero de cuadra, el mosca Félix Márquez, no logró alcanzar medalla en ese evento. Quien sí lo pudo hacer fue Francisco “Morochito” Rodríguez, quien se coronó en el peso mínimo, el cual se inauguraba en JJOO.

Aquí el “Mono” Mendoza, luciendo su espectacular e inseparable sonrisa que siempre le acompañó durante toda su carrera

El “Mono” Mendoza contaba que su propia madre fue la que lo bautizó con el apodo que le caracterizaba, ya que cuando estaba chiquito, solía encaramarse en los árboles que rodeaban su casa en su natal Maracay para saltar de una rama a la otra, porque era muy flaquito. Entonces su mamá dijo: “Ese muchacho parece un mono”. Y, ya se sabe que los apodos de la mamá ¡No te los quita nadie!

Este redactor vio a Armando Mendoza pelear en 1969 frente a Emiliano Marrón en el Palacio de los Deportes en la Av. San Martín, en una de sus primeras actuaciones, ya como profesional. Mendoza apenas tenía dos peleítas efectuadas, mientras Marrón ya había alcanzado una docena de combates. Sin embargo, esa noche, en una emocionante confrontación, el “Mono” le dio una lección del arte de Fistiana a su rival. Recuerdo que lo golpeaba y le esquivaba o bloqueaba y cuando Marrón se agarraba, él empezaba un giro lateral hacia un lado y otro de su rival, produciéndole un efecto de mareo y dejándolo totalmente asombrado. Recordé entonces lo que me había predecido su maestro Ángel Edecio en conversación en Margarita, donde coincidimos en labores profesionales: “No lo va a ver en toda la noche”. y así fue; el “Mono” resultó demasiado en esa velada y se lució mostrando sus abundantes recursos ante un adversario que muy poco podía hacer para sortear el abrumador vendaval que le arrasaba.

Mendoza enfrentó a lo mejor de lo mejor en su época, llegando a pararse frente a Alfredo Escalera, Esteban de Jesús, Antonio Amaya y el mismísimo Roberto “Mano e’ piedra Durán. Entre sus 23 peleas efectuadas destaca la que le ganó al cotizado panameño Antonio Amaya por KO en la Maestranza Cesar Girón, en Maracay, sorprendiendo a todos y mostrando que le quedaban todavía en su chistera de mago algunos trucos.
Siempre sonriente, siempre jovial. Deja indudablemente muchos amigos, y se va casi sin decir adiós. Hasta pronto, Armando “Mono” Mendoza. Gracias por lo mostrado en tu paso por el mundo del boxeo. Nunca te olvidaremos.

 

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