Por: Orlando Bohórquez
Maracaibo.- La demostración contundente del niño diamantino de Venezuela, Yoel Finol, en los Juegos Olímpicos de Río de Janeiro, incluyendo su última pelea en este torneo donde demostró su guapeza en el ring, lo ratifican como el mejor y más prometedor boxeador amateur de nuestro país. Esa medalla de bronce que vale oro, sobretodo que desde hacía 32 años no se montaba un pugilista criollo en el pódium del olimpismo, es un estímulo para el deporte bolivariano, especialmente para los jovencitos que desean ingresar a la disciplina de las “narices chatas”.
Desde esta tribuna le pedimos a él, que no salte al profesional, para que siga defendiendo con altura los colores patrios, como miembro de los “Caciques” y a las autoridades nacionales, regionales y dirigencia deportiva en general, que lo ayuden como atleta del pugilismo y en la parte económica. Que no lo utilicen para usar su nombre en beneficio de los políticos de oficio. De esa manera se evitaría que pueda ser tentado por algún empresario que lo quiera explotar en el boxeo rentado, ofreciéndole buen dinero por su contrato. Más de uno ya debe estar pensando en contactarlo para firmarlo, sabiendo que el muchacho necesita cubrir sus necesidades familiares básicas.
Esto lo digo, porque en muchas oportunidades, figuras del deporte, sobretodo del pugilismo, después de haber obtenido lauros en juegos olímpicos y otras competencias internacionales, les han ofrecido “villas y castillos” para que los jóvenes prospectos no salten al profesional y después todo ha quedado en engaños y promesas incumplidas.
En Yoel tenemos a un jovencito de solo 19 años, lleno de sueños, que ha dado satisfacciones con sus triunfos y lo ideal es que se le respalde y así aumentar sus glorias, que son éxitos para la Venezuela deportiva.